viernes, 20 de julio de 2012

0 Tantrismo


El gobierno ha subido el IVA de los peluqueros del 8% al 21%, algo que, sin duda, no puede molestar al perroflautismo, de tendencia más bien desgreñada, pero que complica mucho el negocio de esquilar. Sin embargo, los peluqueros no han protestado. No se les conoce gremialismo ni han ocupado una arteria madrileña con el chirrido de sus tijeras. Ciertamente, hubiera sido desasosegante una multitud de señores dando tijeretazos en el silencio de una calle ocupada. Tijeretazos al aire caliente del verano, lo que sonaría a graznido amenazante, como en Los Pájaros de Hitchcock, dejando la impresión de una performance masiva de ajuste fiscal.

No han protestado, pero ha salido su más agregia figura, Llongueras, que demuestra siempre lo que de pícaro tiene el daliniano, a reafirmarse en el sexo tántrico y a desvelarnos la primicia de que el sexo es vertebral, de que el semen sale de la espalda y que por eso muchos hombres de cierta edad acaban encorvados.

Llongueras ha reconocido haber dejado alguna vez sin conocimiento a su esposa a base de tantras. Otro tántrico famoso, Dragó, afirmó hace años en un programa de Hermida –gangbang del tertulianismo- haber penetrado flácido a una mujer viva. Así, estos tántricos españoles acaban paradójicamente fardando de orgasmos, lo que los convierte en un insospechado nuevo machismo.

El tantra sexual es correrse hacia adentro, la eyaculación retrograda, luego es un poco de derechas. Y todos, de jóvenes, hemos tenido que afrontar una decisión tántrica: la vía de la mano izquierda o la vía de la mano derecha. Los más progres y leídos, ante el hecho recesivo del gatillazo, lo proponían como alternativa:

-Es la primera vez que me pasa, pero… te puedo hacer el tantra.

El tántrico español opone la exterioridad elocuente y la facundia (¡incontinencia!) a su introversión eyaculatoria, así que podriamos llegar a adivinar quién es tántrico en la vida española.

¿Será tántrico Montoro? No, porque lo suyo es titubeo fiscal, pero seguro que Don Mariano sí, porque en Rajoy ha habido siempre un tantrismo de la gobernación, habiendo llegado al trantrismo fiscal de ser uno y todo con la Merkel (lo femenino) en confusión de cuerpos gobernantes, no en intervención, violenta, sino en deliberado abandono del ego, en mística unión y dilatación eterna, demorada, gloriosa y extática del liberalismo libidinoso de bajarnos el impuesto y de que, por fin, llegue el dinero.

Tras haber inventado España el catenaccio hacia adentro, que dijo Ruiz Quintano, ahora llega el liberalismo tántrico.

El tantrismo, que es una forma de avaricia, quizás sea un intermedio orientalista en tiempos de crisis hasta el objetivo de ser chinos y el nuevo Barça-Madrid pudiera ser un duelo tántrico y televisado entre Dragó y Llongueras, con sus respectivas, por ver quién resiste más sin eyacular. Ambos, retenidos y con austeridad blanca, provocando orgasmos a troche y moche, rozarían una eternidad apocalíptica de amor y un nuevo español, campeón tántrico. Viejo, sí, pero erecto.

Hughes
La Gaceta,19/07/2012

Leer el blog de Hughes, Los objetos impares

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