viernes, 13 de julio de 2012

0 "Hijos de puta: lo de Ortega Lara lo vais a pagar. ¡Gora Euskadi Askatuta!" (III)


En la UCI, con vida pero muerto
El segundo recuerdo que tengo de aquellos dos días me traslada ya al desenlace final, a la noche del sábado 12 de julio, cuando Miguel Ángel Blanco yacía en la UCI del Hospital de Nuestra Señora de Aránzazu de San Sebastián, en un estado prácticamente de vida vegetativa, entubado, con la cabeza vendada –había recibido dos tiros en la nuca- enchufado a una máquina, pero con nulas esperanzas de seguir con vida. Eran las 11 de la noche y tuve la oportunidad de ver a Miguel Ángel desde detrás de la mampara de la UCI, porque al interior de esta sólo entraron el ministro, el secretario de Estado de Seguridad y el jefe del equipo médico. Un momento muy duro porque todos sabíamos que era sólo cuestión de horas para que los médicos certificaran oficialmente la muerte del joven concejal, como así sucedió a las dos y media de la madrugada.
Pero volvamos atrás. Nada más tenerse conocimiento del secuestro, el secretario de Estado de Seguridad, Ricardo Martí Fluxá, convocó una reunión urgente en su despacho de Amador de los Ríos a la que acudieron los máximos responsables de Información de la Guardia Civil y del Cuerpo Nacional de Policía, el General Pedro Muñoz y el Comisario General Jesús de la Morena, así como un alto representante del entonces CESID, ahora CNI.
El reloj avanzaba mucho más deprisa de lo deseado por los responsables policiales y como una muestra de la voluntad de poner todos los medios que fueran necesarios en esas angustiosas horas, al secretario de Estado de Seguridad se le ocurrió intentar contratar unos aviones que por sus características técnicas, detectan si hay seres humanos bajo tierra, en base a la densidad y al calor que desprende esta. Se entró en contacto con una empresa privada con sede en Suiza dedicada a este tipo de prospecciones, pero se constató la imposibilidad real de llevar a cabo esa operación por lo que era ya una pesadilla para todos: la falta de tiempo.
Al mismo tiempo, Martí Fluxá habló con el embajador de España en Londres, porque Mari Mar, la hermana de Miguel Ángel, se encontraba en dicha ciudad pasando unos días de vacaciones. Una vez que fue localizada a través de una amiga y de que se enteró de la noticia del secuestro de su hermano a través de sus padres, Mari Mar fue a la Embajada donde todavía recuerda el afecto y el cariño con el que se la trató amén de ayudarla en las gestiones para conseguir un billete de avión para volver al día siguiente a España.
Igualmente, los teléfonos entre Madrid y Vitoria, entre el secretario de Estado de Seguridad y el viceconsejero de Interior del Gobierno Vasco, José Manuel Martiarena, no dejaron de sonar. Eran unos momentos en los que las relaciones tanto a nivel político como policial entre el Ministerio y la Consejería de Interior eran excelentes. Fluxá y Martiarena acordaron tener al día siguiente una reunión en el Centro de Coordinación Policial que la Ertzaintza había montado como consecuencia del secuestro en su Comisaría principal de Bilbao. Asimismo, todos los cuerpos policiales tocaron a sus confidentes, a sus "escuchas", tanto en España como en Francia, pero sin resultado positivo.
El responsable de los Servicios de Información de la Guardia Civil, el general Muñoz recuerda con cierta angustia aquellos momentos: "estábamos luchando contrareloj con algo muy difícil de resolver. Se activó todo el sistema y se tocaron todas las teclas. La gente que estaba en Francia se movió; se vigilaron todos los objetivos de las operaciones policiales que teníamos en marcha por si se producían movimientos raros; se "peinaron" muchos montes de Guipúzcoa, pero no había luz por ningún sitio. Las horas seguían pasando de forma irremisible.
Cayetano González / Libertad Digital

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