jueves, 12 de julio de 2012

0 Hoy, hace quince años



Hay una sensación ligada íntimamente a los malos recuerdos, que nos hace saber dónde estábamos cuando pasó una desgracia. Sería imposible para el que esto escribe no recordar dónde se encontraba en el 11-M, en el 11-S o hace quince años, cuando unos terroristas decidieron acabar con tu vida, Miguel Ángel.
Aquella tarde las televisiones pararon su imagen a las 16.00 de la tarde, la hora marcada por quienes decidieron cómo pasarías tus últimas horas. Es imposible que a nadie que recuerde el momento no se le erice el vello o se le agüen los lacrimales. Fue un tenso minuto de espera al que seguirían muchísimos más, esperando una llamada, deseando recibir un arrepentimiento. Pero en las bestias nunca hubo piedad.
España entera pudo contemplar al día siguiente las imágenes de tu entrada al hospital en camilla, al salir de la ambulancia. Te unía a nosotros un soplo de vida que se esfumaría para siempre poco después. Aquel soplo, fue tu última manera de estar con nosotros. Con ese pueblo que dijo basta, que se echó a la calle señalándoles a tus verdugos que aquí estaba nuestra nuca y que con todos no podrían.
Aquellos días nació el Espíritu de Ermua, algo que quienes siempre nos hemos posicionado firmemente contra la barbarie terrorista hemos tenido en cuenta y en fe. Vinieron  después presidentes cobardes, treguas trampa y finales inexistentes.  Nos llevamos en el recuerdo innumerables víctimas, incontables traiciones y nos quedamos con el ansia continua de libertad. Como la que tú nos enseñaste y cuya lucha por alcanzar, te costó la vida. Y es que hay recuerdos y momentos que ni queremos ni podemos olvidar.

Darío Novo

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