viernes, 20 de julio de 2012

0 Lo que todo el mundo debería saber acerca del conflicto de la minería del carbón en España (IX)


7.- LA REINDUSTRIALIZACIÓN IMPOSIBLE.
En el capítulo anterior ya he mostrado las dificultades, cuando no despilfarros, que han supuesto los intentos de sustituir los puestos de trabajo perdidos en el sector minero por otros en la industria o el turismo. Ha habido casos de éxito como el deThyssenKrupp
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En cualquier caso empresas como ThyssenKrupp, Capgemini o Du Pont no han podido compensar el declive económico y social de Asturias y en especial del de las cuencas mineras. Y además estas empresas siempre vienen atraídas por condiciones extraordinarias de entrega de terrenos prácticamente gratis, subvenciones por la creación de puestos de trabajo, créditos blandos… condiciones que no darían a un empresario español.
En León la situación es mucho peor puesto que allí no se tendría que hablar de reindustrialización sino más bien de industrialización puesto que mientras que en la parte asturiana siempre existieron industrias más o menos ligadas al carbón en León el monocultivo de la minería del carbón era y es absoluto.
El principal problema para una sustitución de la actividad extractiva por otras ya sean industriales o de servicios e incluso agrícolas es la mentalidad de las zonas mineras. En ESTE ESTUDIO (páginas 58 a 64) se describe magistralmente la naturaleza del problema.
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“…la impresión de los asturianos es que la crisis no tiene solución y que la región está yendo a la deriva. Nadie, pues, puede hacer nada para evitar el desastre; tampoco, por supuesto, los propios ciudadanos, que se ven a sí mismos con escepticismo debido a la generalización de la apatía y de la opinión de que la sociedad asturiana no constituye un medio propicio para que surjan empresarios. Ante estas imágenes del problema, la actitud predominante se limita a reclamar la deuda que el Estado tiene con Asturias (por haber implantado aquí sus empresas, por la explotación a que ha sido sometida la clase obrera asturiana, porque Asturias desempeñó en su momento la función de locomotora de la economía española, porque «nos han quitado todo», etc.), y se manifiesta en la demanda dirigida al Gobierno para que «nos busquen empleos». Algo que algunos ven perfectamente factible, puesto que «si no se pueden crear empleos industriales, que nos empleen en la Administración»…”
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“Se generalizan ideas que vinculan el desarrollo del territorio a la continuidad de la industria y que terminan por considerar la protección como algo a lo que se tiene derecho en virtud de las especiales características de la actividad extractiva. Estas ideas se incorporan a la cultura, y la sociedad se atasca al incluir «sistemas de creencias e instituciones que no logran enfrentar y resolver nuevos problemas socialmente complejos» (North, 1993). El coste del cambio se eleva y la «dependencia de la trayectoria» se intensifica: cualquier recorte en las ayudas provoca violentas reacciones de los sindicatos, los empresarios y la población. Incluso la mera expresión de opiniones favorables a un cambio de las normas formales (reducción o eliminación de las ayudas a la industria) tiene un elevado coste que se materializa en términos de un radical rechazo social…”
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“…Esta mentalidad no es más que la continuación de la imperante durante el largo período de apogeo del modelo minero. Una forma de ser que Roiz (1973, 66) describe con claridad:
El minero reacciona ante sus frecuentes desventajas de hábitat colectivo y de servicios públicos con agresividad, actitudes violentas de crítica y de no querer participar. Cree que todo se lo debe dar ya hecho el Ayuntamiento, el Estado o las autoridades y directivos de la empresa, personalizando y asumiendo una clara sumisión y sentido de paternalismo estatal, municipal y empresarial…
La cuestión fundamental es si, a la vista de que el sistema de creencias de
una colectividad evoluciona muy lentamente, se puede hacer realmente algo,
no ya a corto sino a medio o largo plazo, para cambiar la mentalidad de la
población cuando ésta no es favorable al desarrollo. Este cambio es la
condición sine qua non para que el problema del desarrollo entre en vías
de solución. La ayuda exterior, nos dice Bauer (1971, 120) «no puede fomentar el desarrollo si la población en su conjunto
no está interesada en el adelanto material, o si está fuertemente
apegada a valores y costumbres incompatibles con el progreso material…
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Los asturianos, a pesar de haber recibido una riada de millones, no hemos sabido o, peor aún, no hemos querido reinventarnos. No se en León pero creo que la situación debe de ser igual o incluso peor dado que allí nunca ha habido industria.
La figura del empresario es mal vista en Asturias, la izquierda más radical y trasnochada tiene un arraigo importantísimo. Todo forma parte de una mentalidad que viene de hace un siglo y que difícilmente se puede cambiar. Las personas emprendedoras simplemente se marchan de Asturias y al final quedan los prejubilados, los jubilados, los funcionarios y los parados que forman el grueso de la población. El resto trabajadores bastante radicalizados, chigreros (los dueños de las sidrerías, restauranes..) y poco más.
Las pirámides de población lo dicen todo:

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