lunes, 16 de julio de 2012

0 "Hijos de puta: lo de Ortega Lara lo vais a pagar. ¡Gora Euskadi Askatuta!" (V)


Arzalluz a Iturgáiz: cuando baje la ola, cada uno por su camino
Mientras tanto, en el País Vasco Carlos Iturgaiz estaba en contacto casi permanente con el lehendakari Ardanza a quien pidió que convocara urgentemente la Mesa de Ajuria-Enea. El lehendakari expresó algunas reticencias, fundamentalmente porque sabía que el presidente del PNV, Xabier Arzalluz, no era partidario de esa convocatoria, argumentando que ETA no podía ser quien marcara la agenda de la Mesa. Pero Iturgaiz insistió –había hablado con Ramón Jáuregui (PSE), con Carlos Garaikoetxea (EA), con Pablo Mosquera (Unidad Alavesa) y con Javier Madrazo (Izquierda Unida) que se pusieron a su disposición- y Ardanza no tuvo más remedio que ceder y convocar la reunión para el día siguiente.
Iturgaiz recuerda todavía como al llegar a Ajuria-Enea, "Arzalluz no me dio la mano" y en un aparte de la reunión, el presidente del PNV le dijo: "mira Iturgaiz –era una costumbre muy de Arzalluz, cuando quería establecer diferencias con su interlocutor, llamarle por el apellido- ahora estamos todos juntos montados en la ola, pero cuando esta baje, cada uno nos iremos por nuestro camino y nosotros ya sabemos lo que tenemos que hacer".
No hablaba Arzalluz a humo de pajas, porque efectivamente, en cuanto fue enterrado Miguel Ángel Blanco, el PNV corrió a hablar y a negociar con ETA, fruto de lo cual fue el Pacto de Estella que firmó en septiembre del año siguiente. Estella fue el pacto público, pero hubo otro firmado dos meses antes, en julio de 1998, en la clandestinidad, que se conoció posteriormente cuando se encontró un documento a un comando de ETA detenido en Francia, en el que la banda terrorista, el PNV y EA se comprometían a expulsar de las instituciones vascas a los partidos que ellos denominaban "españolistas", es decir, al PP y al PSOE.
Al PNV toda la reacción social que se produjo en aquellas horas terribles del asesinato a cámara lenta de Miguel Ángel Blanco le puso muy nervioso. Creyeron que perdían la calle, que aquellas movilizaciones no eran solamente contra ETA sino también contra ese nacionalismo gobernante que vivía muy cómodo, sin comprometerse ni poco ni mucho en la derrota de la banda terrorista. Ya lo había definido perfectamente Arzalluz unos años antes en una reunión con gentes de ETA-Batasuna celebrada en marzo de 1991: "unos sacuden el árbol y otros recogen las nueces".
Cayetano González / Libertad Digital

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