jueves, 12 de julio de 2012

0 "Hijos de puta: lo de Ortega Lara lo vais a pagar. ¡Gora Euskadi Askatuta!" (II)

Mayor Oreja: "Cayetano, lo van a matar"
El primer recuerdo que me asalta de aquellos primeros instantes es la llamada que recibo a las 17:00 horas de la secretaria particular del ministro del Interior: "dice el ministro que subas inmediatamente". En su despacho de la segunda planta del Palacete de Castellana 5 que alberga al Ministerio del Interior, Jaime Mayor es consciente desde el primer momento que se trata de un asesinato a cámara lenta. A la vista de la gravedad de las noticias que se van recibiendo, ha tenido que interrumpir una reunión con el que había sido su antecesor en el Ministerio, Juan Alberto Belloch, que de sobra sabía lo que eran esos momentos para quien es responsable de la cartera sin duda más dura del Gobierno. Con la cara surcada por la preocupación y la tristeza, con la vista baja, el ministro me dice: "Cayetano, lo van a matar. Sólo un milagro haría posible que lo encontráramos y le pudiéramos salvar la vida". Eran las 17:15 horas de la fatídica tarde del jueves 10 de julio. Quedaban tan sólo veintidós horas y cuarto para que ETA cumpliera su amenaza.
¿Por qué llegó tan rápido Jaime Mayor a esa terrible conclusión? Por dos motivos: primero, porque en el terreno de los principios, él sabía mejor que nadie que el Gobierno no podía ceder ni un milímetro al chantaje planteado por ETA. Al llegar al Gobierno, catorce meses antes, Mayor Oreja, de acuerdo con el Presidente Aznar, había cortado todas las vías de contacto, de tomas de temperatura que tenía establecidas con ETA el último Gobierno del PSOE. La banda terrorista sabía que el Gobierno del PP iba a derrotarla, con el Estado de Derecho por delante, con la acción policial, con la colaboración internacional. Y esa política antiterrorista estaba comenzando ya a dar sus primeros resultados.
En segundo lugar, el ministro del Interior tenía muy reciente la experiencia, en el terreno operativo-policial, de lo que había costado encontrar el "agujero" donde estaba secuestrado Ortega Lara. Desde que la Guardia Civil tuvo la primera pista con cierto fundamento sobre el posible paradero del funcionario de prisiones hasta que localizó el lugar donde estaba secuestrado pasaron siete meses.Era por lo tanto un imposible que en sólo cuarenta y ocho horas se pudiera encontrar a Miguel Ángel Blanco, con lo fácil que resultaba esconder a una persona un periodo de tiempo tan breve, sin llamar la atención, en cualquier punto del País Vasco o zonas limítrofes. Pero, no obstante, y como no podía ser de otra forma, se pusieron todos los medios para localizarle.
Cayetano González/Libertad Digital

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