Eran de esos días ilógicos, de los que el humo arrolla las circunstancias y los por qués. Por qué pasar frío. Por qué antes de la Navidad. Por qué había que remontar. Por qué tanto silencio. Para colmo es el Alba y esos putos recuerdos que emborronan nuestra historia de lágrimas con mocos, de las que daban felicidad. Todos nos acordamos de eso. De ese 25 de mayo cuando contra el mismo equipo nadie dudó. Nadie se planteó que no pasaba. Recuerdo que alguien me decía que se arrodilló delante del autobús de los jugadores pidiéndoles por favor que nos hicieran campeones. Ya lo habían sido de la Copa y los vencieron, tan por encima, que por un momento pensamos darnos un coscorrón con las nubes, que nos despertara para ir al cole.
Por eso hoy era otro día ilógico de la espiral del miedo. Hoy no nos asaltaban los por qués sino el cuándo. Cuándo se cometía el delito. Cuándo la premeditación. Cuándo la alevosía. Cuando el ensañamiento. Y claro, cuándo se cometía el asesinato. Son estos pedazos que nos roban estos días, los días que humillan. Los que sabes que va a suceder pero quieres dar viva cuenta que no, no por ti, sino por los que te rodean y con los cuales conoces esto, lo vives y lo sientes. Porque los quieres, vamos.
De ahí que se pensara en el final. Una pesadilla antes de Navidad. Un asesinato premeditado, alevoso y ensañado. Desde las 10 de la mañana que despertamos. Hoy sabíamos, a pesar de todo, que tocaba caer, que hacía frío y que las circunstancias hace tiempo que dejamos de mirarlas como causas y son meras consecuencias de lo que hay, de lo que queda. El coscorrón fue con las nubes y ahora es con la realidad de una administración cafre. Las lágrimas han tornado de un héroe que no vino como tal y nos hizo campeones, a un héroe que nunca fue tal. El silencio, con los jugadores, sigue siendo el mismo silencio. Ahí decidimos decir que no, que nunca más, que esto se rompía. Como rompió el silencio el mensaje cabrón de la confirmación de vuelo a Roma para darte cuenta, de que si lo sigues haciendo, sigue siendo por los que nunca cambiaron en estas palabras: los que te rodean.
Darío Novo
[A Alex,mi hermano pequeño]
[A Alex,mi hermano pequeño]
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