A cuento de los pitos de ayer y los plazos de Manzano, podemos llegar a la conclusión evidente de que el Atleti anda canino. Cobrador del frac aparte, la teoría que cobra fuerza es la del calendario de los Gil. Aunados los esfuerzos orientales por acuñar el tiempo en ratones, ratas o dragones, el gilismo lo aúna de crisis en crisis, y así nos va.
-“Hasta los relojes rotos dan la hora bien dos veces al día”
Venía a decir Tony Soprano cuya descripción física y el símil fehaciente con el fallecido alcalde de Alhaurín es mera coincidencia. Ocurre que, a modo también de coincidencia del calendario solar, el del politburó gilista adquiere una especial importancia por las épocas navideñas (“No todo está perdido, nos queda la Copa del Rey”) y el solsticio de verano, tras el redundante y hedoroso lema de “Este año sí”.
El tema del hedor desprende otra teoría pareja a los giles y cerezos. Cuenta la historia que el Rey Midas, fruto de la avaricia, convirtió en oro todo lo que tocaba, no pudiendo de esta manera realizar más mera vida que el verse reflejado en lingotes. De idéntica manera es aplicable el tufo que desprende el ente gilista, quienes por medio de la teoría de los gases han infectado de olor nauseabundo todo a lo que se han aproximado.
A saber, Marbella, diversas constructoras y el cine erótico hispano que, tras la llegada de Cerezo, ha enriquecido a las fábricas de Viagra. Y el Atlético de Madrid, claro. Porque no podemos olvidar que la teoría del pufo que desprende esta abigarrada pandilla de matones del todo a cien parte de la base de la apropiación indebida del Club como fuente del enriquecimiento para propios y extraños. Como decía Rubén Uría “el tiempo exime de los delitos, pero no de la culpabilidad”. Y añadiremos que el recurso de la prescripción viene a ser usado por los culpables que, por aplicación intemporal, no ven justa una condena que pueden haber cometido. Muy a pesar de De la Morena, lo que no conseguirá prescribir, es el delito de atufarnos a todos.
Darío Novo
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