Llega al café, como a una jornada de trabajo. Su saludo es un bibiseo. Otro, su despedida. Y se ha levantado como activado por un resorte, hable quien hable, “caiga quien caiga”. Y una errata también es esto de que cumpla años el poeta más joven de varias generaciones, el maestro más indudable entre los maestros. Siempre nos saldrá al paso: “Yo soy un aprendiz, soy un niño”. O cuando cumplió sus ochenta años –y parece que fue ayer…siempre parece que es ayer- y escribió el soneto de las ochenta palabras: “Apasionadamente naturales/ son los números, flores que reinventa/ el hombre inmóvil. Lo demás no cuenta…” Y el bellísimo endecasílabo: “El mundo existe y lo llamáis ochenta…” Y ahora el mundo sigue existiendo y lo llamaremos noventa. ¿O es una errata y lo llamamos nueve? (Repara, maestro, en el verso que acabo de hacer, copiando de ti, aprendiendo de ti, como cada tarde en el café Gijón –en el Gran Café de Gijón-, que ha intentado hundirse porque tú no vas.)
No es verdad que no hablas en el café. Hablas cuando hay que hablar y hasta arremetes contra alguien cuando es preciso. Y eres tan justo y certero, que somos los demás los que tenemos que callarnos. Y el silencio es nuestro. Y entonces cuando tú te asombras por habernos dejado mudos o cómplices. ¿O te lo esperabas? ¿Qué has esperado, qué esperas ahora, sentado en el escalón de tus noventa años? Nueve años.
¿Eres una errata o eres un señor mayor? Casi estoy por contar –porque eres un niño- lo de aquella tarde, cuando derramaste el agua de un vaso, y apenas se notaba, pero, por querer sujetarlo, cayó el vaso, y la mesa se convirtió en una fuente, y tú comenzaste a echarte el agua por encima –de perdidos al río- entre el asombro y la admiración de los presentes.
Cata, cata, Gerardo Diego. Mira el café Gijón sin que tu bajes. Anda, que noventa años no son nada y a nuestros silencios le faltan tus silencios, y nos falta tu magisterio que no se nota, que no empequeñece a nadie…Cata, Gerardo, que, como dijiste a uno de tus fieles infinitos, en jinojepa feliz, estamos a oscuras sin ti, “aunque no es de noche”. “Cata, cata, Montesinos,/ cata la catacumba/ cripta del café Gijón / luminosa de amistad”.
José García Nieto
ABC,26/2/1987
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