lunes, 13 de febrero de 2012

0 Réquiem por el maestro de los epitafios, Raúl del Pozo (y III)

Nació el día 10 de mayo, un día antes que Cela y Umbral, en la Murcia mudéjar y cantonalista donde nacen esos vitalistas que devoran la noche y la vida: Paco Rabal, José Lucas, Jaime Campmany.
No le han concedido un solo premio oficial. Se los dan todos a los mismos. Pero gozaba de la verdadera gloria: la opinión que tienen los buenos de los buenos. Estaba resignado a esperar como único reconocimiento que sus amigos escribieran correctamente su apellido. Le tocó vivir en una de las Españas y enajenó a los comisarios de la otra, que siempre lo tacharon de franquista, de escribir con sal gorda y usar vocablos cuartelarios.
Llevaba en la sangre la música del idioma. Escribía con los ojos empapados de belleza. Era uno de esos pocos a los que le pillaba siempre trabajando la Inspiración, "ese zorrastrón caprichoso y voluble que unas veces te escurre y otras te deja con la pluma llena hasta los dientes". Corresponsal, enviado especial, director, cronista parlamentario, maestro de maestros; avezado en la síntesis, el tiempo, la gramática, la ironía, el desenfado; ha hecho protagonistas de la vida española a su tata Felisa, a su suegra y también a los gafes y a los malnacidos.
De franquista sólo le quedaba el bigotillo. Algunos lo describían como a un conserje de sindicatos, pero era un caballero hedonista que escribía romances en el hotel Majestic de Cannes mientras desayunaba huevos revueltos con queso, tostadas y brioches con mantequilla suiza y mermeladas inglesas, "sentado en el saledizo del balcón panzudo, que caía sobre el patio del hotel, con bar y piscina, y más allá sobre la bahía azul purísima, y a lo lejos un buque de guerra erizado y gris".
Nadie enterraba tan bien a los muertos. Era el maestro de las necrológicas. Te incineraba con 300 palabras. Te hacía un sarcófago como el que hace un traje. Apenas el sepulturero removía con la azada la tierra, escribía necrológicas perfectas y emulaba a Ruano en el arte del díptico elegiaco. Sus libros abarcan dos estanterías, pero destacan 'El jardín de las víboras' -una demoledora sátira contra todo-, 'Doy mi palabra' -sus 100 mejores artículos- y 'El rey en bolas y otros romances'. Entre sus últimas obras, 'El pecado de los dioses, historias de incestos' (1998), 'El callejón del gato. Retratos al vitriolo' (1999) y su monumental 'Romancero de la Historia de España: de Atapuerca a los Reyes Católicos' (2004). La Historia se pronunciará sobre ellos.

Jaime Campmany, periodista y escritor, nació en Murcia el 10 de mayo de 1925 y falleció en Madrid el 13 de junio de 2005.
Raúl del Pozo
El Mundo, 19/04/2006

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