martes, 14 de febrero de 2012

0 Atrapados en el norte (III)

Jesús Tierno, un catalán de 60 años que lleva cerca de un año en Bergen, lo resume con tino: "Españoles por aquí ha habido siempre. Estudiantes en verano, el clásico aventurero, gente que echaba la temporada, ahorraba sus buenos dineros y vivía de eso el resto del año. Pero en los últimos meses han empezado a llegar los desesperados. Gente de entre 30 y 55 años que necesita un trabajo de verdad". El propio Jesús abandonó España siguiendo a su mujer, que decidió emigrar cuando el sueldo medio al que podía aspirar se redujo "de entre 1.300 y 1.000 euros a 800. Y con eso no nos daba". El grueso de los ingresos del hogar (tienen una hija de nueve años) los aporta ella limpiando habitaciones de hotel. Jesús colabora con "un desahogo" reciclando botellas de plástico que encuentra en la basura. Por cada una que mete en una máquina obtiene una corona (0,13 euros).
Para ver a estos españoles solo hay que sentarse en uno de los cómodos sofás de Robin Hood y esperar. Entonces aparece por allí canturreando José Andrés, de 47 años, enjuto, de ojos claros y acento andaluz. Nació en Francia, hijo de inmigrantes españoles, era un niño cuando la familia regresó a España. José Andrés se pasea por Bergen con un gorro de lana calado hasta el cuello. Lleva un año y siete meses dando tumbos por Noruega. Es albañil. "Pero aquí la construcción es de madera y nosotros somos del bloque, del ladrillo, la teja...". Hace unos meses se vino a Bergen tras pasarlas canutas en Oslo. "Una noche que hacía 10 grados bajo cero nos metimos en un hospital yo y un sevillano de 55 años. No podíamos más del frío. ¡Y nos querían echar! Que de aquí no me voy, hombre, que me muero fuera, les decía". En Bergen tampoco ha tenido suerte: "Desde Navidad no pego palo al agua. Económicamente estoy en las últimas, este mes ya no me alcanza para la habitación". ¿Y qué va a hacer? "Pues una manta... y a la calle a dormir. ¡Qué voy a hacer!"
Pasa un rato. Llega Manolo, de 45 años y de Petrer (Alicante), que habla sin parar. Manolo ha hecho de todo en la vida: la vendimia en Francia, ha sido camarero, albañil. "Soy un todoterreno. Lo mismo te hago un iglú que te cambio el cuarto de baño entero". No le gustan los currículos ("lo mío es el cara a cara"), pero ha transigido y se ha hecho uno en noruego. Se pasa el día pateando Bergen con su mochila al hombro, a la búsqueda de algo. Hace dos años hizo un curso de instalador de gas, condición necesaria para cobrar el paro. "Me salió un curro, pero al mes cancelaron la obra y nos echaron. Después me ofrecieron una cosilla en Albacete, pero me dije: ¿y si vuelve a parar al mes? Mejor me marcho. Estaba ya harto de España. A ver si en Noruega veo las cosas en color y no en blanco y negro, pensé. Y aquí llevo desde diciembre". "Si el día 25 no me ha salido nada, tiro para el norte... Me habían avisado de que la cosa estaba jodida, pero tenía que verlo por mí mismo". Se queda pensativo. "Yo lo que soy es gilipollas", musita.
Carmen Pérez
El Pais, 12/02/2012

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

No queda sino batirse Copyright © 2011 - |- Template created by O Pregador - |- Powered by Blogger Templates