martes, 21 de febrero de 2012

0 Atrapados en el norte (VI)

Juan Criales, de 57 años, abandonó Bolivia hace 30 años huyendo de la dictadura de García Meza. Lleva desde entonces en Noruega. "Este país acoge muy bien a los refugiados políticos, entramos con sus mismos derechos, pero el trato a los inmigrantes es muy distinto". Criales trabaja en una de las oficinas de empleo de Bergen, donde la semana pasada 75 españoles intentaron buscar trabajo. Los que no hablan inglés procuran coger turno de forma que les atienda Criales. "Entre septiembre y noviembre fue cuando más vinieron, unos tres o cuatro españoles al día", explica. "La mayoría tienen entre 25 y 40 años y no disponen de estudios elevados. Están preparados en la construcción o en hostelería, pero no hablan idiomas. Es difícil".
Hablar noruego es una de las puertas para conseguir un empleo y aprenderlo se convierte en una obsesión. Pero los cursos son caros (unos 500 euros). Cruz Roja da clases gratuitas, pero solo oferta 50 plazas (la lista de espera es larga). También ellos han notado un aumento de solicitantes españoles. "Antes no venían y ahora son la tercera nacionalidad, tras polacos y rumanos", dice Rita, una portavoz. "Para nosotros no son población prioritaria. Ayudamos a quien más lo necesita, no a los que han emigrado de forma voluntaria, y algunos tienen bastante nivel de estudios".
Camilo González, chileno, de 46 años, es uno de los afortunados que han conseguido plaza. Como miles de inmigrantes que rehicieron sus vidas en España, ha tenido que volver a emigrar. Llevaba 12 años en Cataluña, trabajaba para Grúas Torres. Lo cuenta nervioso, enlaza una idea con otra. ¿Cómo te encuentras? La pregunta le desarma y brotan las lágrimas. "Me fui de Chile en el año 2000 por una recesión. Y me encuentro de nuevo con la misma piedra".
"¿Cuántos de los españoles que hay aquí ahora habrán criticado en su momento la inmigración en España?", no puede reprimir un latinoamericano que comparte ahora penurias con ellos. Él llegó a Bergen hace unas semanas con su mujer y sus cuatro hijos (españoles que hablan con acento español). Viven los seis en una habitación. También ha acabado en Bergen un joven de origen árabe (pide que se especifique el país) que llegó a España a los tres años y al que todos llaman "el malagueño" (y en cuanto abre la boca entiendes por qué). O un subsahariano que llevaba 15 en Valencia...

Carmen Pérez
El País, 12/02/2012

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