Cuatro partidos, una victoria. Impropio arranque liguero del Real Madrid. Lo peor, la sensación de que todo lo que se construyó el curso anterior ha pasado a mejor vida.
Más de uno no se había acomodado aún en su butaca cuando Trochowski anotó el primer tanto. Jugada de manual tras saque de esquina que pilló al Madrid en plena caraja, esa en la que lleva instalado desde la primera jornada. Tres son los goles encajados a balón parado en cuatro partidos de liga. Ya no es casualidad.
Puestos a ser positivos diríamos que el mejor momento para encajar un gol es al comienzo del partido, pues hay margen de sobra para remontar. Así debió tomárselo el equipo blanco (ayer verde), pero confundió la velocidad con el tocino. El gol sumió al equipo en un estado de ansiedad que le condujo hacia el desastre. Buena muestra de ello fue Higuaín, que pudo haber sido expulsado de haber visto el colegiado la patada sin balón que le propinó a Navarro. Una acción infrecuente en un jugador del talante del argentino. El Pipita estuvo desacertado en todo el choque. Su mejor oportunidad la mandó al limbo tras un excelso control. Esa jugada, un lanzamiento de falta de Ronaldo y otra acción individual del portugués fueron los únicos acercamientos con peligro del Real Madrid en la primera mitad. El Sevilla, encantado con el guión del partido tras el tempranero gol, ejerció una presión asfixiante durante todo el encuentro que hizo imposible al conjunto blanco dominar el esférico.
Como era de esperar, Mourinho quiso darle otro aire al equipo tras el descanso. Özil y DiMaría, desacertados como casi todo el equipo, cedieron su lugar en el campo a Modric yBenzema. Con el cambio se buscaba cambiar la precipitación por la pausa y el control. El croata pidió el balón desde el primer momento para dirigir al equipo. Su participación, al igual que en la jornada anterior ante el Granada, fue de más a menos. Dejó detalles de su calidad en cada balón que pasó por sus pies e incluso estrelló un balón en el poste, pero poco a poco fue perdiendo protagonismo según al equipo se le acababa la paciencia.
El último cambio fue otra muestra más de ansiedad. Arbeloa dejó su puesto a Callejón. Al igual que ocurrió en Getafe, el hecho de acumular hombres de ataque no te garantiza que ataques mejor. El cambio provocó que Khedira ocupase el lateral derecho, dejando inoperativa esa banda. Debería replantearse el entrenador esa clase de cambios suicidas, porque no le están dando ningún resultado. El equipo siguió jugando sin un patrón de juego definido, apostándolo todo a balones en largo y jugadas a balón parado. En una de ellas pudo haber llegado el empate, pero Sergio Ramos cabeceó alto en boca de gol. El Sevilla pudo matar el partido a la contra de no ser por la imperial pareja de centrales de la que dispone el Real Madrid. Pepe y Ramos fueron, de largo, los mejores de su equipo. Da qué pensar.
La primera misión a corto plazo del entrenador es reactivar a sus jugadores para el difícil enfrentamiento de Champions del martes ante el Manchester City. La Liga, pese a estar sólo en la jornada cuatro, se ha puesto muy complicada, por lo que no se permiten deslices en el camino hacia La Décima, que parece, ahora más claro que nunca, el objetivo primero de esta temporada. Es el momento idóneo para revertir el rumbo del equipo y cambiar el ánimo de la parroquia blanca. Ahora todo el madridismo está triste.
JJ Poderoso
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