Mi tío abuelo Juan Alcorta tenía un almacén de aceites en la Parte Vieja donostiarra. En los años 50, convenció a los once almacenes de aceite que había en Guipúzcoa y fundó Koipe. Como dueño de los vinos Alcorta, hizo lo mismo en ese gremio y fundó Savin (ahora Bodegas y Bebidas). En 1975 fue uno de los fundadores de Bankoa (Banco Industrial de Guipúzcoa).
En 1980 recibió una carta amenazante de Eta en la que le pedían 20 millones de pesetas bajo la acusación de ser un burgués.
El 29 de abril de 1980, Juan Alcorta publicó en todos los periódicos vascos una carta abierta a Eta. Sobre la acusación de ser un burgués, respondió: “Así será si Eta lo dice, pero me extraña que saquen la conclusión de que debo purgar ese delito dándoles el dinero a ellos”. Se le planteaban cuatro opciones: 1) pagar, 2) negociar con Eta, 3) marcharse de Euskadi; y la que al final decidió: 4) “no pagar, no negociar y seguir viviendo aquí, poco o mucho, no lo sé”.
“Sé que con esta decisión puedo poner en peligro los años que me quedan de vida, pero hay algo en mi conciencia, en mi manera de ser, por la que prefiero cualquier cosa que ceder a un chantaje que está destruyendo mi tierra. (…). Los vascos no somos cobardes”.
“Eta: seguiré viviendo como he vivido siempre. Me veréis en las empresas de las que soy responsable. Me veréis en Atocha, aplaudiendo a la Real. Me veréis en algún partido de pelota. Me veréis en alguna sociedad popular cenando (…). Así pues, no tendréis necesidad de buscarme, como decíais en la carta”.
Juan Alcorta murió en diciembre de 2004 en San Sebastián, aquejado de alzheimer.
Si estuviera en casa, abriría una botella de Alcorta para brindar por él y por los que fueron tan valientes como él contra los asesinos.
Ander Izagirre
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