Hacen reuniones, escriben el libro de actas,
piensan maldades contra los lepra, festejan fechas patrias de partidos que les
hemos ganado, tienen himnos, son como esos tipos, los masones esos, que nadie
sabe quiénes son. Andan con antorchas. Bueno, de la O.C.A.L., de la O.C.A.L. al
Colorado lo echaron por fanático, con eso te digo todo. Pero es un bocho el
Colorado y él fue el que organizó todo el operativo.
Y te la cuento porque es linda, te la cuento
porque es linda, no sé si un día de estos no aparece en el Selecciones y todo.
Averiguamos qué ómnibus iba para Villa Diego, adonde tenía la quinta el hermano
del viejo Casale. Desde donde vivía el viejo, ahí por San Juan al mil
cuatrocientos, lo único que lo dejaba en ese entonces, si mal no recuerdo, era
el 305 que pasaba por la calle San Luis. O sea que el viejo tenía que tomarlo
en San Luis-Paraguay o San Luis-Corrientes, no más allá de eso a menos que
fuera muy pelotudo y lo fuera a tomar a Bulevar Oroño que no sé para qué mierda
iba a hacer eso. Ahora, la duda era si el viejo se iba a ir en ómnibus o en
auto, porque si se iba en auto nos recagaba, pero nos jugábamos a que se iba a
ir en ómnibus porque auto no tenía y seguro que el hermano tampoco tenía porque
debía ser un muerto de hambre como él, seguramente. Y te digo que la cosa venía
perfecta, porque el viejo nos había dicho que iba a salir bien temprano para no
infartarse con las bocinas, o sea que nosotros podíamos combinarlo con el
horario de salida nuestra para el partido. Porque también nos cagaba si salía a
la una de la tarde para Villa Diego, porque después ¿cómo llegábamos nosotros a
Buenos Aires para la hora del partido con el quilombo que era la ruta y en un
ómnibus de línea? Lo más probable es que nos hiciéramos pelota en el camino por
ir a los pedos. Y por otra parte, hermano, Villa Diego queda saliendo para
Buenos Aires o sea que la cosa estaba clavada, era posta posta.
Después hubo que hablar con los otros muchachos,
porque convencer al Rulo no nos costó nada, a él le daba lo mismo y, además, le
contamos los entretelones del asunto. Te digo que el Colora manejó la cosa como
un capo, un maestro. El asunto era así, el Rulo es un fana amigo de Central que
tiene un par de ómnibus, está muy bien el Rulo. Y en esa época tenía un par de
coches en la línea 305. Fue un ojete así de grande, porque si no teníamos que
conseguir otro coche, cambiarle el color, pintarlo, qué sé yo, ponerle el
número, un laburo bárbaro. Pero el Rulo tenía dos 305 y con uno de esos ya
tenía pensado pirarse para el Monumental el día del partido y más bien que se
llevaba como mil monos que también iban para allá. Lo sacaba de servicio y que
se fueran todos a la reputísima madre que los parió, no iba a perderse el
partido ese.
Roberto Fontanarrosa
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