Con el avance de la edad uno tiende a desinhibirse (¡si lo sabré yo!) y Jordi Pujol ha sofocado a la Ramoneta discreta con la que solía venir a Madrid para hablar con los presidentes de Gobierno, y ha sacado a la puta independentista que lleva dentro para decir que ya vale de hacer el cobarde, y de hacer unos días de puta y otros de Ramoneta.
Que los dirigentes y militantes de CiU jugaran con dos barajas es algo que algunos hemos señalado y que tanto a los convergentes como a los unionistas les indignaba, pero era indignación de puta, por confesión de parte. Claro que esta confesión le hace un flaco favor al nacionalismo catalán, porque no hay nada más parecido a CiU que España, un país lleno, repleto, de ciudadanos que unos días son putas y, otros, ramonetas. Ahí tienes a los socialistas, que se cogen la legalidad con el papel de fumar de la Constitución, pero que llegan a Rodiezmo, y dicen que hay que desalojar a Rajoy de la Moncloa, "sea como sea", un "sea como sea" que se parece bastante a lo que le pedía Juan March al general Franco, desde mediados de 1935. Ahí están las ramonetas del PP, que reciben a las asociaciones de víctimas del terrorismo, pero que, en cuanto se marchan, sacan a la puta que llevan dentro y ponen en libertad a Bolinaga. Ahí están los socialistas vascos, renegando de Eguiguren, y haciendo todo lo que él decía, después de darle la patada, porque Eguiguren ha sido una puta sin disimulos. Ahí están algunos presidentes autonómicos del PP -con la excepción de Luisa Fernanda Rudi y otros honrosos ejemplos- pasando por el retrete los decretos y leyes de Sanidad.
Aquí la única puta respetable, que sin disimulos está apoyada en el quicio de la mancebía revolucionaria, y que declara sin tapujos que quiere que España sea como Corea del Norte o Cuba es Sánchez Gordillo, la única puta que merece consideración por su sinceridad, en este país de ramonetas pusilánimes y putas cobardes.
Luis del Val
El Aguijón
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