Victoria balsámica madridista, que rebaja el clima de tensión. El conjunto merengue dominó de principio a fin y sólo sufrió apuros en dos jugadas aisladas.
No era una salida fácil (si se puede considerar como tal al hecho de desplazarse diez kilómetros hacia el sur). Campo pequeño e incómodo, once puntos de desventaja con el Barcelona y un cierto clima de tensión por la suspensión del partido la noche anterior a causa del ya famoso sabotaje de las luces y el posterior jaleo horario.
Nunca lo habrán tenido tan fácil los periodistas para dar adivinar una alineación de Mourinho, pues repitió la que había anunciado el día antes. Como notas más destacadas, la vuelta de Ramosal eje de la zaga, dando por cerrado el debate, y la suplencia de Khedira, un pilar para su entrenador, en beneficio de Essien. El ghanés fue de lo más destacado del equipo. Correcto en la distribución, perfecto en el corte y en la intimidación. Será un fichaje muy valioso pese a las críticas recibidas.
Lo que no adivinó nadie fue la indumentaria con la que salió al terreno de juego el equipo madridista, pues el día antes se les vio calentar de verde y ayer, finalmente, vistieron de azul. ¿Superstición? Por mi parte, cuanto menos se utilice el verde, mejor.
Era un encuentro complicado, de esos de caminar por el alambre. Y qué mejor funámbulo que Di María, con ese correr tan suyo que parece estar siempre al borde del precipicio. De sus botas nació el primer tanto en un gran contraataque que inició Marcelo con un sutil taconazo “a la remanguillé”. El balón, tras pasar por Ronaldo, llegó al argentino. Primero corrió, luego amagó y finalmente centró raso y fuerte. Rubén, el portero rayista, midió mal y Benzema, en boca de gol, desequilibró el marcador. Jugada de manual con el sello Real Madrid.
Aun así el susto tenía que llegar. Delibasic cabeceó un centro desde el costado derecho queCasillas, hábilmente, supo despejar. El rechace fue a parar a los pies de Labaka que fusiló a puerta vacía, pero cuando ya se cantaba el gol apareció Alonso para despejar en línea de gol. No se sabe muy bien con qué sacó la pelota, así que diremos que la sacó con la clase, que es lo de lo que anda más sobrado.
Más de lo mismo en la segunda mitad. Dominio claro pero no apabullante del equipo visitante y una sola ocasión manifiesta del Rayo que, eso sí, alteró más de un corazón. Arbeloa cedió un balón a Casillas que se convirtió en asistencia a Leo Baptistao. Lo que pudo acabar en tragedia terminó en un mal control del brasileño. Mourinho no gritó, simplemente lanzó una mirada aArbeloa que le habrá tenido sin pegar ojo toda la noche, recordando aquellos días en los que El Coco perturbaba nuestros inocentes sueños.
El susto pasó y el Madrid terminó sentenciando. Un centro de Ronaldo atropelló las manos de Amat. La involuntariedad de la acción no exime de la infracción. El penalti fue claro y el portugués, muy participativo toda la tarde, se encargó de materializarlo.
Con el cero a dos se llegó al final de un encuentro dominado sin florituras por el Real Madrid. La victoria servirá para apaciguar un poco los ánimos y tratar de iniciar una racha positiva. En sólo dos jornadas llega El Clásico y un tropiezo en Barcelona puede convertir la presente liga en una quimera para los blancos.
JJ Poderoso
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