jueves, 26 de enero de 2012

0 Un oso en las garras de La Mafia (VII)

La pelea tiene lugar en Miami, Florida. Es 25 de febrero. De un lado, Charles ‘Sonny’ Liston, ex presidiario vinculado al mundo del hampa y campeón del mundo. En la otra esquina, el aspirante Cassius Clay, loco o cobarde, cuyas controvertidas conexiones con los musulmanes negros del Islam empiezan a florecer. A la cita acude Malcom X, ministro de la Nación del Islam, que consigue un asiento de primera fila, el número siete, cerca del rincón del aspirante. Es entonces cuando resuena un grito seco, directo, desgarrador, de un aficionado: “¡¡Sonny, mata a ese negro bocazas!!”. El público ruge. El ambiente se caldea. La hora de la verdad se acerca. Momento escogido por Clay para su última fanfarronada. Se acerca a Liston y le señala su cinturón de campeón. El bocazas de Louisville responde al gesto con ironía: “¿Para qué quieres eso, Sonny? ¿Para sujetarte los pantalones?”. La mirada de Liston se tiñe de sangre. La de Clay se pierde en el tendido. Los vecinos de Miami jalean. Suena la campana.
Liston ocupa el centro del ring y descarga una serie de derechazos. Ninguno conecta con el cuerpo de Clay, que se desplaza un lado a otro del ring con facilidad, con armonía, con unos movimientos tan sincronizados que terminan por dejar en ridículo al campeón. Suena la campana y los presentes en el estadio de Miami empiezan a mirarse unos a otros. Clay, la oruga que esperaba no ser pisoteada por Liston, se transforma por momentos en la mariposa que Bundini Brown había profetizado (“Vuela como mariposa, pica como abeja”). Clay está en pie después del primer asalto y la prensa no sale de su asombro. El Clay que imaginaban era huidizo. Rápido, sí, pero con algodón en los puños. El Clay que sus ojos perseguían por el cuadrilátero no se parecía en nada a esta versión de un negro alto, potente, elegante y preciso, que esquivaba los golpes del campeón de La Mafia. Cassius tenía un martillo pilón por jab, unos hombros tan enormes como los de Liston, un juego de pies eléctrico y una espalda tan ancha como la del campeón. Se hizo el silencio en la primera fila. Segundo asalto y tercer asalto. Liston no encuentra la manera de entrar en la distancia corta, persigue fantasmas y Clay sigue desquiciando al campeón con esquivas fulgurantes. El murmullo aumenta antes del cuarto round. Clay ha enchufado varias manos en el rostro de Liston y el campeón se muestra impotente ante un chico más joven y más rápido.

Rubén Uría
JotDown Spain/Enero

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