Frente al silencio demasiado obvio del mundo europeo, Naipaul desnuda el corazón de las tinieblas y el imperio del terror en un documento de tal actualidad que nos redescubre la visión infernal del escritor en ese viaje hacia la nada, con lo que nos recuerda lo que siempre advirtió: que, como periodista, escribe lo que ve. Contra la interpretación de las elites de negocios y la mala conciencia colonial de las políticas europeas de aquel momento (hace treinta y dos años), que apoyaban interesadamente la paz tenebrosamente silenciosa de Mobutu en Zaire, V.S. Naipaul, como Conrad casi un siglo antes, dibuja un panorama apocalíptico que se verifica precisamente ahora, cuando Laurent Kabila ha entrado victorioso en Kinshasa y, tras derrocar a Mobutu, ha devuelto el nombre de Congo a la tierra de las tres zetas, “pays, fleuve, monnaie”, Zaire, que “parece un nombre sin sentido, la corrupción portuguesa del siglo XVI, te dicen algunos zaireños”, escribió Naipaul, “de una palabra local que significa río” (“como si Taiwán, reafirmando su identidad china”, recuerda con ironía, “volviera a adoptar el nombre portugués de Formosa”).
Los atributos de Mobutu como gran jefe africano, gorro de piel de leopardo y bastón, no le han servido esta vez de nada al “gallo que no deja en paz a ninguna gallina”, el mismo tirano que consiguió (también lo recuerda irónicamente Naipaul) que en noviembre de 1974, con ayuda de promotores “deportivos” e intermediarios políticos internacionales, se celebrara en Kinshasa el combate de boxeo de los pesos pesados entre Muhammad Alí, antes Cassius Clay, y George Foreman. “Ganó Alí”, escribe Naipaul, “pero el vencedor en el Zaire fue Mobutu. En el exterior del estadio todavía hay un gran cartel que dice, en inglés debajo del francés: Una pelea entre Negros (deux noirs), en una Nación Negra (un pays de Nëgres), organizada por negros y vista por todo (el mundo) que e s una victoria del mobutismo”.
J.J. Armas Marcelo
ABC/04.06.1997
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