El pandemónium de Clay consigue el efecto esperado. ¿Es un loco o un cobarde? Los periodistas le califican de payaso fanfarrón, la esquina de Liston de niño asustado y La Mafia cree que la irrupción de Clay responde a fuegos de artificio que, cuando comience el combate, acabarán con el aspirante en el suelo, un final esperado. Nadie repara en el estado de forma de Cassius Clay. El campeón tampoco. Liston anda obsesionado con cerrar la boca del aspirante, un tipo cuyo aliento resulta un insulto para alguien que ha destrozado sin piedad a toda la división, crujiendo a Patterson, el campeón de la Casa Blanca, en el primer asalto. El entorno de Sonny trata de aplacar la furia contenida del campeón, pero no hay quien calme a Liston. “Voy a matar a ese bocazas”. Ese deseo de Liston se multiplica durante el pesaje. Mientras Liston se despoja de su ropa para subir a la báscula, Clay se convierte en un manojo de nervios cuya boca explota en todas direcciones. Pierde los nervios, empuja a todo el mundo, insulta a su rival y grita cada vez más. Está rabioso, fuera de sí, a punto de sacar espumarajos por la boca. Liston se acerca hasta la posición de Clay y se dirige a él en tono desafiante: “Sigue hablando, te joderé con mis puños”. La escena sube tanto de tono que los allí presentes deciden separar a ambos púgiles. Angelo Dundee y ‘Bundini’ Brown, la esquina de Clay, obligan a su boxeador a tranquilizarse, está a punto de darle un infarto. “El oso feo y perezoso caerá como saco en el octavo asalto, apuntadlo bien, en el octavo”. Los médicos diagnostican que Cassius Clay ha sido víctima de un ataque de pánico. La noticia trasciende en los medios de comunicación y el periodismo entiende que la locura de Clay ha degenerado en un ataque de miedo. Después del escándalo del pesaje, Clay recibe una multa de dos mil quinientos dólares del ala por escándalo público.
Rubén Uría
JotDown Spain/Enero
0 comentarios:
Publicar un comentario