La medicina preventiva es, desde hace años, uno de los tópicos de la modernidad pero, aun conocida la influencia devastadora de la soledad, no se conocen disposiciones o campañas para preservar a los ciudadanos. Todo lo contrario: la pérdida de amparo social, la -rivalidad, el énfasis individualista y del mercado absoluto se extienden como un modelo de prosperidad a la americana.
La actual proliferación de locales para solteros y solitarios en las ciudades, el aumento de las citas a ciegas, los, mensajes cruzados en la prensa, los teléfonos eróticos o de la esperanza, las emisiones radiofónicas de madrugada, los reality-shows, las tertulias, los romances y el sexo en Internet son fogonazos de solicitud en un espacio donde ha bajado la calidez humana. El universo social como el astronómico ha venido perdiendo grados; exactamente, se degrada.
La astrofísica y la psicofísica tienen mucho que ver entre sí. Mientras en Roseto el corazón sigue latiendo gracias a vivir entrelazados, en el este de Pensilvania, en Filadelfia (etimológicamente, el amor de los hermanos), y otras partes, cada cual va matando lentamente al otro por no hablarle ni prestarle oído. Más de un 30% de los hogares estadounidenses están ocupados por una sola persona (un 40% en Suecia), y la tendencia sigue. Las viviendas se despueblan al tiempo que se atestan las consultas del terapeuta, los silencios de los hospitales o las confesiones en público. El repetido espectáculo actual -fuera y dentro de Espafia- de la intimidad clamando en los media demostraría por sí solo hasta qué punto empuja el instinto exasperado de vivir siendo audible y visible para los otros.
Vicente Verdú
El País/16-05-1996
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