Otra vez más, otra vez se presentaba el clásico más igualado en el último lustro. Los datos así lo reflejaban, un Madrid lanzado en Liga esperaba a un Barcelona timorato en el campeonato doméstico, solo separaba al madridismo de la plena euforia todos los precedentes de los últimos tiempos, especialmente el 1-3 del mes de diciembre.
Generó dudas Mourinho en la previa, las bajas de Arbeloa, Khedira y Di María le obligaban a fabricar un extraño puzzle, era momento de demostrar por qué el portugués es considerado el mejor entrenador del planeta. Quizás Mou ahogado en su ego o en la obstinación de vencer y convencer ante el Barcelona, se olvidó probar la fórmula que tan bien aplicó el Español de Pochettino.
El luso ni se planteó copiar el planteamiento españolista. No quiso saber nada de un jugador que hiciera las veces de Verdú, ni la opción de los dos puntas abiertos y rápidos que sacaran de la zona a Piqué y Puyol. Tampoco quiso ensanchar la defensa para sacar el balón jugado y parar el juego al espacio del Barcelona.
Todas esas ideas brillantes que pusieron en aprietos al Barcelona en Cornellá no asomaron por el Bernabéu, mientras, el Real se limitó a apilar jugadores de escaso o nulo talento, dejando a su suerte a un tridente espléndido pero huérfano de balones. Recordó en el dibujo táctico al Inter que derrocó al Barcelona en aquella agónica semifinal del 2010, pero ni el Madrid cree en ese dibujo, ni el público tolera tal exhibición de facultades defensivas.
Pero la exhibición de maestría defensiva fue incompleta o insuficiente, el primer gol fruto de un error de bulto en la marca de un Pepe más pendiente de completar otro partido grotesco fue el aperitivo de otro fallo clamoroso, esta vez de Altintop, que dio paso al 1-2 de Abidal.
Y ante todo este panorama, el Barcelona volvió a pescar en río revuelto, venció a la par que hundió un poco más la flota mastodóntica de Mou y Florentino.
Al Real Madrid le queda la redención de la vuelta en el Camp Nou, sin embargo, en lo que atañe al papel de Mou, por primera vez el portugués es discutido en los círculos del respetable madridista.
El Bernabéu que practicaba una afiliación incondicional al entrenador portugués, y que culpó a Cristiano Ronaldo del primer K.O de la temporada ante el Barcelona, señala ahora a un míster que está ante las cuerdas cuando Pep y sus chicos se sitúan delante de el.
Lo que parece claro es que o Mou rebaja su ego y comienza a fabricar ideas para vencer al Barcelona, o al Madrid no le quedará sino rendirse.
A.Briega
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