Tras perder el combate, Liston alegó una lesión. El médico de la comisión de boxeo le detectó una distensión muscular, pero nadie le creyó. Su cara decía otra cosa. Era una masa de carne desfigurada, un drama en carne viva. Entre moratones y cortes, Liston trataba de pensar qué demonios había pasado. Su esquina trataba de restañarle las heridas, pero ‘Sonny’ se moría por dentro. Un fanfarrón le había arrebatado el cinturón. Buscaba lágrimas pero no las encontraba. No hay drama peor para un campeón del mundo de los pesos pesados.Después de aquella noche y de que circularan rumores de que tanto ‘Sonny’ como su esquina habían apostado en su contra, Liston jamás volvió a ser el mismo. El rumor corrió como un reguero de pólvora y ninguna ciudad grande de los Estados Unidos parecía dispuesta a albergar la pelea. Finalmente, Sonny tuvo su revancha ante Clay el 25 de agosto de 1965, en Lewinston, un pequeño pueblo del estado de Maine. Allí cayó fulminado, en el primer asalto, por un golpe que nadie acertó a ver, salvo el escritor y periodista Norman Mailer. La prensa bautizó el golpe que derribó a Liston como ‘el golpe fantasma’, la sombra del ‘tongo’ sobrevoló el combate y la opinión pública dudó de la legalidad de la pelea, pero aquel nocáut de Liston fue reglamentario. Clay, campeón, calificó su trueno del primer asalto como ‘el golpe de ancla’. Un puñetazo rápido, al mentón, que sólo pudo ser verificado a través de la cámara lenta y de múltiples repeticiones del golpe. Mailer tenía razón. El golpe había existido y en el KO de Liston no había habido ni trampa, ni cartón. —Inspirada en aquel golpe, la industria de Hollywood estrenó la película Phantom Punch, golpe fantasma, con Ving Rhames en el papel de Liston. No tuvo demasiado éxito—. El resultado de la revancha no está en los planes de La Mafia. Liston, el campeón del hampa, empieza a perder el afecto de sus ‘benefactores’.
Rubén Uría
JotDown Spain/Enero
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