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Mirad que he escrito cartas y os puedo asegurar que hoy es
una de las más difíciles de mi vida. Porque si empezar un proyecto es siempre
ilusionante, nada puede evitar esa tristeza que nos marca la despedida, el
adiós. Hoy digo adiós a una casa que me ha acogido desde el primer día con los
brazos abiertos y me he prometido hacerlo apartado los malos pensamientos y
hacerlo con una sonrisa, como el primer día que pisé el estudio.
Me llevo de aquí el recuerdo de una experiencia tan
maravillosa que me faltan palabras para describirla como quisiera, una metáfora
preciosa de lo que es la radio en sí. Es el momento de acordarse de todos los
que en algún momento habéis formado parte de la vida desde el otro lado del
micrófono. Y es que la radio es ese balcón maravilloso desde el que divisamos
la vida en tiempo real.
Gracias, a todos los que me hicisteis amar este medio por
encima de todos. A los que me habéis inoculado ese veneno caluroso y plácido
que es el de las ondas. A tantos cuantos hemos podido aunque sea, alegrar un
poco los quehaceres diarios en una situación social muy difícil. Y con quienes
hemos pasado malos momentos porque la vida, amigos, también son eso, malos
momentos, como el de hoy.
Desde este maravilloso palco VIP he sido testigo de un
cambio de Presidente del Gobierno, de dos Huelgas Generales, de la reelección
de Obama o de la elección, ayer mismo, de un nuevo Papa. Testigos de la vida y
testigos de la historia. Como hemos sido testigos de la historia deportiva.
Desde esta grada vi a España ganar su tercera Eurocopa, los JJOO de Londres, al
Real Madrid la Liga de los 100 puntos y a mi Atlético de Madrid coronarse
campeón en Bucarest y Mónaco entonando abrazados “Cuando fuimos los mejores”.
Pero si algo me llevo de este camino es el no haberlo hecho
solo. Todo lo contrario. Lo he recorrido rodeado de los mejores. Irene Sánchez
Moncloa, la productora que todas aspiran a ser. Toni López, de quien hemos
sabido hace poco que podía hablar un poco más alto o Alberto Fernández, a quien
aparte de la radio solo le queda tiempo para ver deporte. Viejos amigos, como
Edu Aguirre. O nuevas amigas, como Paloma Domínguez que sigue mirándome como un
Gran Hermano orwelliano mientras leo esto. Y Álex Briega, ese hermano pequeño
que ya jamás podré decir que nunca tuve y al que siempre tendré.
Decía Shakespeare que “estamos hechos de la misma materia
que los sueños” y la radio, su radio, es la materia del que se han hecho
latentes nuestros sueños en este último tiempo. Solo me queda daros las gracias
a todos por todo este tiempo de cariño, de amistad y de radio. Y es que
precisamente estás tres palabras hacen realidad el sueño de que el periodismo
es el mejor trabajo del mundo.
Muchas gracias, mucha suerte, mucha vida y hasta siempre.
Darío Novo
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