Esta situación ha llegado a ser
posible (aparte de la gestión nefasta de los presidentes de los clubes) por una falta de control por parte de la LFP
en primer lugar y al CSD por permitir altas tasas de
deuda y no desarrollar herramientas y organismos de control. En segundo lugar,
pues es competencia suya la recaudación de impuestos, es la Hacienda
Pública caracterizada por un pasotismo ante la falta y demora de pago
de las deudas de los clubes contraídas ante dicha entidad, que no es más que la
falta de pago ante el pueblo y Estado español. La deuda contraída por las
entidades de fútbol a la Hacienda es
de 752 millones de euros a fecha de mayo de 2012, cifra aportada por el actual Gobierno, a lo que hay que sumar la
cantidad de 10,6 millones de euros que adeudan a la Seguridad Social.
A cualquier persona física y a miles de
pequeñas y medianas empresas dicho organismo le ahoga con sus impuestos y
tenemos que ser (como por otra parte hay que ser) puntuales y rigurosos con el
pago, pero parece que a los clubes de fútbol se les mide con otro rasero. Lo
mismo pasa con las entidades financieras, las cuáles prestan miles de millones
de euros para ejecutar fichajes (los más sonados son los financiados al Real
Madrid por al actual Bankia bajo su marca Caja
Madrid como el de CR7), la construcción de nuevos
campos de fútbol (Bancaja – incorporada al holding financiero Bankia – financió la gran obra del nuevo
Mestalla) y las recalificaciones de campos de fútbol o ciudades deportivas (Real
Madrid, Valencia o Barcelona son los más claros ejemplos)
Pero, ¿por qué ese interés en
estas operaciones? Por un lado las amistades y la realización de favores (con
representantes por medio), pues los presidentes de los clubes españoles tienen
intereses económicos en sus empresas y por otra parte el blanqueo de dinero.
Si, el blanqueo de dinero, sino no se
entiende porque hasta la llegada de la crisis en 2007 nunca se apostó por la
cantera española (a pesar de que en categorías inferiores se ganara todo con La
Roja), que dio sus frutos en 2008, 2010 y 2012, precisamente, cuando el
gasto en fichajes (exceptuando al Real
Madrid) disminuyó en la contratación de jugadores no nacionales. Al igual
que un piso, un terreno, una joya o una pintura, es imposible tasar a un
jugador por un precio fijo y real, pues vale lo que alguien esté dispuesto a
pagar.
A día de hoy, podemos decir que
este montante de deuda es imposible de pagar por parte de los clubes, pero como
todos sabemos, las deudas se han de pagar, y finalmente, como pasa casi
siempre, el dinero saldrá del contribuyente
y aficionado de una forma u otra. ¿Cómo? Pues sencillo a través de más impuestos (el 20% de los premios repartidos por Loterías y Apuestas del Estado
es un ejemplo), final del fútbol en
abierto (Canal + y GolTv llevan a cabo un oligopolio con precios
pactados), entradas a los estadios (a pesar de la crisis, las entradas, abonos de
temporada y carnet de socios no han bajado, al revés, incluso son más altos
en algunos partidos), merchandasing o por otra parte,
quitando de las manos a los socios su patrimonio, que no es más que quitarles a
sus clubes (salidas a bolsa como la del Machester
United, compra por parte de millonarios del accionariado…)
David de Matías
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