lunes, 15 de octubre de 2012

0 La 'independencha' 'che' 'chube' a la 'cabecha'


Desde los años 80 y hasta la llegada de Artur Mas, el porcentaje de independentistas catalanes se mantenía estable, en torno al 15%. El ascenso del independentismo que las encuestas insinúan ha sido súbito y febril. Un aumento que supera el 100% exige un hecho de magnitud comparable. Pero no aparece. No ha habido, por ejemplo, eso que los nacionalistas llaman «un ataque frontal a Cataluña». Y nadie sensato puede creer que la crisis catalana sea una mera importación española (¡como la Guerra Civil!), ni la independencia su solución plausible: por no saber, los independentistas no saben ni con qué moneda pagarían el desayuno del Gran Amanecer. Vincular la solución de la crisis a la independencia (¡España nos roba!) es una mera obra de propaganda, de una insuperable obscenidad.
El crecimiento exponencial de la opinión independentista, que habrá de esperar a las elecciones para convertirse en un hecho, es uno de esos acontecimientos que encajarían aparentemente en la definición que da Taleb del cisne negro. Una rareza inesperada. Pero yo lo veo más bien al revés: como el efecto de una bandada de cisnes blancos, puestos en formación disciplinada por un sistema mediático de una insólita potencia unánime e impune.
Cataluña es el extraño lugar donde en un canal de la televisión pública se exhibe la conveniencia de pegarle cuatro tiros al Jefe de Estado y, ante las dificultades prácticas, se opta por disparar contra su retrato. Una conducta impensable en un Estado de Derecho y que hasta ahora sólo ha merecido, por cierto, el impensable silencio del Ministerio Fiscal. El sistema mediático catalán no puede compararse con ninguno cercano. Y es una bobada decir que las manipulaciones mediáticas se suceden en cualquier otro lugar. Lo singular de Cataluña no son las manipulaciones aisladas o constantes, sino el perímetro moral que trazan sus medios.
Es desagradable señalar a los medios. Es desagradable suponer que desde el CIS catalán (dirigido por un ex militante de Terra Lliure) hasta el diario La Vanguardia (dirigido por un Grande de España) se ha activado un clic por la independencia que reproducen miméticamente buena parte de los ciudadanos catalanes.
Es desagradable porque el pueblo sabio es una de las ilusiones centrales tanto de liberales como de socialdemócratas, y responsabilizar al sistema mediático del signo de las cosas es convenir que el pueblo es un menor de edad impresionable. Pero el cambio puramente cervecero de la opinión pública catalana induce a pensar de este modo. Y obliga a incluir entre las condiciones (toute Constitution gardée) de una supuesta mayoría independentista no sólo que sea amplia, sino también perseverante. Uno no puede cambiar de Estado a cada elección como cambia de partido. O de nick.
La respuesta no es sencilla. Los principales políticos españoles siguen actuando acomplejadamente ante el nacionalismo, presos en el mantra de que todas las ideas son respetables. Y lo más importante: no se distingue entre ellos aquel capaz de defender sus ideas contra la presión de la opinión pública. Como sí han sabido hacer los nacionalistas en los últimos 30 años con una idea política, lógica, económica y moralmente despreciable. Aunque hechicera.
Arcadi Espada / El Mundo

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

No queda sino batirse Copyright © 2011 - |- Template created by O Pregador - |- Powered by Blogger Templates