Tres o cuatro siglos más tarde se volvió bastante fácil. Me he pasado dos años en el remoto Chile del siglo XXI dedicado a escribir una novela inspirada en Montaigne: una fantasía literaria, un juego, un divertimento, si quieren ustedes, una obra que está más relacionada con la serpiente que con el arcángel. Mientras leía y escribía, muchos de mis coterráneos estaban trenzados en polémicas furiosas. ¿Qué les pasará, me preguntaba, qué mosca los habrá picado?
Mi editora me dice en un llamado de larga distancia que Montaigne se ha puesto de moda en toda Europa. Terminaron las ideologías del futuro, de "los mañanas que cantan", como solían decir los "progres" franceses, y se ha vuelto a la contemplación del presente con suscontradicciones, sus perplejidades, su desolada belleza. Mientras los integrismos chilenos de todo orden, de uno y otro extremo, desinformados, se confunden en sus batallas verbales.
Montaigne inventó la forma del ensayo moderno a partir de su intensa lectura de epistolarios antiguos y de su tiempo y de diálogos griegos, latinos y actuales. Lo que prefería eran las cartas de tono familiar, de introspección, de confesión, de incertidumbre. Desconfiaba desde lo más profundo de su ser de la gente que estaba segura de todo. Je m'abstiens era una de sus divisas preferidas: me abstengo. Sus críticos mejores, sobre todo los alemanes, sostienen que los diálogos de Platón construían certezas intelectuales impresionantes y que Montaigne, el Señor de la Montaña, como le decía don Francisco de Quevedo, se esmeraba, con una sonrisa, con una mirada y un gesto socarrones, en desarmarlas. Era el tono más adecuado para una epístola dirigida a un amigo de confianza. El Señor de la Montaña, por ejemplo, perfecto conocedor de lo que se escribía al sur de los Pirineos, fue un lector asiduo de las Epístolas familiares del español Antonio de Guevara: reflexiones sueltas, tomadas de Plutarco en su gran mayoría, pero puestas por escrito en forma desordenada, sin el menor intento de composición general.
Jorge Edwards
El País, 15/06/2010
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