Parece que con el cambio de Gobierno van saliendo a la luz ciertas cosas que, con los socialistas al poder, probablemente hubieran permanecido ad eternum en los archivos secretos del Vaticano.
Hace poco conocimos que parte de uno de los trenes reventados en Santa Eugenia en la mañana de los atentados del 11 de marzo había sido conservado durante todos estos años en un cobertizo con conocimiento de Renfe, de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, pero sin informar al juez instructor de la masacre. Espero que Gallardón ya se haya puesto en marcha para intentar averiguar por qué lo que habría sido una prueba para determinar qué explotó aquella mañana en los trenes ha estado oculto durante tantos años y con el conocimiento de esos tres estamentos. La parte negativa es que no sabemos si es un señuelo, y si ha podido ser manipulado a posteriori para adulterar una vez más la realidad de los hechos. Además, me figuro yo que, después de ocho años, lo más probable es que ya no quede un solo resto de los explosivos de la catástrofe. Ojalá me equivoque y haya servido de algo su descubrimiento.
El recién nombrado Fiscal General del Estado, Torres-Dulce, ha pedido recientemente un informe completo intentando averiguar por qué se tomaron tantas “molestias” en retirar la chatarra sobrante de los trenes reventados en los días posteriores a la matanza para ser desguazados. Porque alguien tuvo que dar esa orden, y a día de hoy aún no se ha esclarecido el por qué.
Esperemos, por el bien de la justicia, que tengamos cuanto antes respuesta a todas esas preguntas para esclarecer de una vez por todas qué fue lo que pasó aquella fatídica mañana sin precedentes.
Pedro Marqués
Pedro Marqués es autor del blog Aquí no hay quien escriba
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