Los mismos soldados que nos acompañan sienten curiosidad por entrar en este viejo almacén de maíz. Los restos de balazos se adivinan en la puerta de metal herrumbrosa. Ya nos había avisado el padre Pantoja que el lugar impresionaba. Como si se pudiera percibir el mal a nuestro alrededor. Todos estamos en silencio. Nosotros, los soldados, el coronel. Hay cierta presencia telúrica de fuerzas que parece que tratan de gritarnos algo. Quizá ¿por qué?¿Por qué matar a 72 emigrantes guatemaltecos, brasileños, hondureños, salvadoreños, ecuatorianos? “Porque no quisieron colaborar con ellos. Primero les robaron todo y luego les obligaron a trabajar con ellos como sicarios o muleros o halcones. Como la mayoría se negó, y para evitar que acabaran en manos de un cartel rival, en su locura, los mataron a todos”, dice el periodista de Proceso. San Fernando está a 140 kilómetros de la frontera tejana. Estas 72 personas se quedaron a esa distancia de sus sueños. Al menos a ellos se les ha podido enterrar dignamente y a muchos identificar. Ya no son desaparecidos, pero siendo, como decía Eduardo Galeano, los Nadie, “los que cuentan menos que la bala que los mata”.
Jon Sistiaga
El País Semanal, 04.03.2012
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