sábado, 27 de octubre de 2012

0 Y Amancio Ortega sigue sin dimitir


El dueño de Inditex ha entregado a Cáritas 20 millones de euros y los archimandritas del progresismo, con la alegre brigada del bongo cubriendo los flancos, se le ha echado encima en menos que un indignado se lía un peta. Una insigne literata ha comandado las operaciones recetándole al bueno de D. Amancio una catarata de mensajes en las redes sociales para afearle su decisión de ayudar a los pobres, aunque en su honor hay que decir que esta vez todos los textos son originales suyos. Es que la pobre tuvo por dos veces la mala suerte de que el procesador de textos le jugara sendas malas pasadas intertextualizando en sus novelas párrafos procedentes de obras de otros autores, bien a causa de un extraño virus informático, bien porque sin querer pulsó una rara combinación de teclas que hizo que su ordenador localizara textos similares en la red y los intercalara, válgame Dios, respetando las reglas de concordancia y acomodando los párrafos añadidos a las características de la trama que había desarrollado previamente. Seis mil eurazos le costó solventar las dos demandas que le interpusieron, que en justicia debería haber asumido Microsoft por la impericia de sus ingenieros en el diseño de los algoritmos copy-paste del sistema Windows.
Pero putadas informáticas al margen, lo que nuestra injustamente preterida en el Nobel de Literatura ha venido a señalar es algo que comparte el progresismo en su más amplio espectro. Los pobres son patrimonio exclusivo de los progres, que para eso los fabrican a borbotones con sus ideas, y ningún ricachón puede intentar paliar su triste destino sin obtener antes los correspondientes permisos.
Amancio Ortega ha cometido el delito de hacerse rico vendiendo batas de guatiné a domicilio hasta levantar el imperio que hoy es Inditex, el primer fabricante y distribuidor de moda a escala mundial. Como agravante, se ha atrevido a crear 90.000 puestos de trabajo, de los que casi la mitad están en España. Ha dado ocupación a decenas de miles de personas que ahora podrían estar tan ricamente viviendo del subsidio estatal y participando en asambleas para tomar el congreso con el apoyo de la literata intertextualizadora y sus colegas.
Además le ha dado el dinero a Cáritas, cuando lo que hacen los millonarios decentes –todos de izquierdas– es financiar proyectos solidarios para implementar políticas de empoderamiento y salud reproductiva entre las poblaciones indígenas sojuzgadas por el sistema capitalista. Luego aquí, en el terruño, dejan en el paro a la mitad de sus plantillas indemnizándolas con el mínimo previsto en la legislación laboral del PP; pero los ricos de izquierdas trabajan por el bien de la humanidad, y si el poder político ya no puede mantenerlos con subvenciones no es culpa de ellos, sino de la dictadura de los mercados.
Sucede que igual Amancio Ortega no se ha enterado de esta polémica, como solía ocurrir en el Kremlin cuando el editorialista del diario Arriba le metía su rejonazo semanal. Así que ni va a dimitir de sus cargos, ni va a entregar Inditex a una comuna autogestionaria, ni tampoco parece que vaya a cambiar el destino de esos 20 millones entregados a la caridad de la Iglesia Católica. Una pena. Con la de abortos que podrían ser financiados y la de indemnizaciones por plagio que podrían ser atendidas gracias a semejante pastón.
Pablo Molina / Libertad Digital

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