Tal día como hoy, diez de febrero de 1943, algo más de cinco mil españoles, desplegados ante la pequeña aldea de Krasny Bor, en un espacio limitado por la vital línea del ferrocarril Leningrado-Moscú y el margen del río Ishora, consiguieron inexplicablemente dislocar la ofensiva rusa que debería haber sepultado al Grupo de Ejércitos Norte alemán. Fue, sin duda, la última gesta del Ejército español.
La División Azul, trasladada desde las riberas del río Voljov, llegó a las puertas de Leningrado unos meses antes para participar en el asalto final a la ciudad. Aún parecía posible, tras los fulgurantes avances del verano, que la Wehrmacht alcanzase la victoria en aquel otoño. Esta posibilidad comenzó a desvanecerse entre septiembre y octubre de 1942 y se hizo evidente cuando los soviéticos desataron en el sur la “Operación Urano” que acabaría atrapando en Stalingrado al 6ª Ejército alemán de von Paulus. Stalin quería que la ofensiva rusa iniciada en noviembre en el sur tuviera continuidad en el norte con un doble objetivo: liberar la ciudad de San Petersburgo -entonces Leningrado- y destrozar al grupo de Ejércitos Norte alemán llevando al Ejército Rojo a las puertas de Estonia.
El 18 de enero de 1943 la “Operación Centella” rompió el bloqueo de la ciudad de Leningrado y el seis de febrero el primer convoy ferroviario llegó a la ciudad. Era hora de consolidad el pasillo abierto, de volver a dominar la línea férrea y tratar de derrotar al Grupo de Ejércitos Norte alemán. El plan consistía en lanzar una serie de ofensivas desde el Ladoga hasta más allá del sur del lago Ilmen. La “Operación Estrella Polar” se abriría con la ofensiva del Frente de Leningrado sobre Krasny Bor que se simultanearía con el ataque del Frente del Voljov y cerraría el avance del Frente Noroeste. Y en el punto inicial de ruptura escogido por los soviéticos estaba desplegado el 50% de los hombres de la unidad española.
El diez de febrero un millar de cañones acompañados por los lanzacohetes Katiustas abrieron fuego. Dos horas de intenso bombardeo. En sus líneas, aguardando para el asalto, estaba desplegada la primera oleada de ataque: unos 33.000 hombres apoyados por medio centenar de tanques. Entre ellos los hombres de la 63División de La Guardia -unidad de élite en Ejército Rojo- que tenían como objetivo pasar sobre los cadáveres de los soldados españoles. A ambos lados de la misma la 72División de Fusileros, atravesando el Ishora, atacaría a los españoles frete a Kolpino mientras que la 43División y unidades de la 45 sobrepasarían a las compañías españoles apoyadas en el talud del ferrocarril para poder asegurar la línea férrea abierta. Los alemanes, faltos de reservas, estimaban que la División Azul no resistiría. Probablemente los rusos podrían haber lanzado, una vez comenzada la ofensiva, una segunda oleada con otros treinta carros y unos veinte mil hombres.
La artillería soviética prácticamente barrió las trincheras españolas. Se calcula que por termino medio los españoles sufrieron un 60% de bajas por efecto del cañoneo, perdiendo además gran parte de su material de combate: a muchos sólo les quedaban granadas, sus fusiles y algún fusil-ametrallador. Sin embargo, cuando las bocas de fuego comenzaron a alzar el tiro, los voluntarios de la División Azul ocuparon sus trincheras para hacer frente al enemigo. La primera línea española quedó borrada del mapa. Sin dejar de combatir los españoles se fueron replegando para hacerse fuertes en Krasny Bor. Pero la línea no se rompió. Los españoles lanzaron desesperados contrataques, los cañones tiraron a cero. Los actos heroicos se sucedieron durante dieciocho horas de combate. Inexplicablemente sólo la muerte les hacía desistir. Gracias a ello, a aquel sacrificio, los alemanes pudieron acumular fuerzas y contener definitivamente la ofensiva.
Según los datos oficiales ese día cayeron 1127 hombres, otros 1.035 fueron heridos y, como mínimo, un centenar de españoles fueron dados por desaparecidos, a ellos es necesario sumar algo más de doscientos prisioneros. Prueba del alto grado de heroísmo, por hechos acontecidos en el frente, obtuvieron ese día 3 Laureadas de San Fernando y 11 Medalla Militares Individuales. Al enemigo le causaron más de diez mil bajas. Agotado, el Ejército Rojo aún tardaría un año en liberar Leningrado pero la División Azul ya no estaría allí.
Francisco Torres García
Catedrático de Historia
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