jueves, 6 de diciembre de 2012

0 Entrevista de Javier Bilbao a Fernando Sánchez Dragó (y V)



La situación actual en España es de enorme pesimismo, el futuro se pinta muy negro, ¿qué actitud deberíamos tener ante todo esto? ¿Indignación, resignación, esperanza…?
No me siento español. No soy español ni de ninguna parte. Tengo en mi casa del pueblo donde vivo —que eso ni es España ni es nada, es como Macondo— un cartel en latín que dice “Ubi bene ibi patria”, que significa “Allí donde estés bien, está tu patria”. Miguel Hernández decía “donde están mis zapatos está mi patria”. Si yo estoy bien conmigo mismo, esa es mi patria. Entonces no me hables de España, me resulta absolutamente indiferente. La he dado por perdida, España no tiene arreglo, parafraseando a Primo de Rivera es una unidad de destino en lo infernal. El problema de España son los españoles. Los españoles han andado siempre a la greña desde la época de las tribus, arranca de la prehistoria, es una maldición no secular sino milenaria. Están todos enfrentados, España es el país del mundo en el que más guerras civiles ha habido y esto es un frío dato historiográfico. García Lorca dijo que aquí pasó lo de siempre, murieron cuatro romanos y cinco cartagineses, y eso sigue pasando.
Hoy en día gracias a dios de forma incruenta, pero el espíritu que condujo a la Guerra Civil está vivo en las calles exactamente igual. La fragmentación de las autonomías, esto es un delirio español, que ningún extranjero con dos dedos de frente y los pies en el suelo entiende. El español es una cigarra. ¿España? Siesta, fiesta y zarzuela. Estamos en plena crisis, estamos verdaderamente al borde del precipicio y aquí van a suceder cosas muy graves, están ya sucediendo. ¿Y qué hace la gente? Está todo el mundo en los bares, aquí la fiesta empieza el jueves. En Soria empieza la semana que viene las Fiestas de San Juan, igual que el valenciano con las Fallas, el pamplonés con los San Fermines o el sevillano con la Feria de Abril, además de tener un mes entero de vacaciones —cosa que un americano o un japonés no entenderían en su vida— ,además de tener todos los puentes habidos y por haber porque aquí todos somos pontífices, además de tener fiestas de guardar y de no guardar a lo largo del año, además de no dar golpe a lo largo de la semana, porque aquí desde el jueves hasta el lunes por la tarde no trabaja nadie, encima llegan este tipo de fiestas y durante doce días, digo bien, doce días, se detiene por completo la actividad económica de la ciudad ¿Tú crees que puede levantar cabeza un país que vive de esa forma? Somos los PIGS junto a Italia, Portugal y Grecia porque hemos sido siempre pobres. ¿Es eso una casualidad o una causalidad? ¿Por qué los países del centro de Europa han sido siempre ricos y nosotros no? Parecía que habíamos salido de pobres, porque cuando entramos en Europa nos dieron un montón de dinero. ¿Y qué hicimos con ese dinero? Gastárnoslo alegremente, como la cigarra, sin pensar en lo que sucederá cuando llegue el invierno. Cargándonos con la burbuja inmobiliaria el país y el paisaje. Ha quedado un país devastado y ahora encima Europa tiene que volver a socorrernos. Somos los mendigos del mundo.
Este rescate que se está produciendo es una ineluctabilidad histórica. Te voy a citar cuatro fechas: siglo XVI,Felipe II, la Armada invencible. Se va al diablo el poderío naval, España pierde el dominio de los mares, le traen la noticia a Felipe II y lo pillan rezando y no se inmuta, “no envié a mis naves para luchar contra los elementos” y sigue bisbiseando jaculatorias arrodillado en un reclinatorio. Siguiente siglo, Batalla de Rocroi, los invencibles tercios españoles son derrotados por el Duque de Enghien y a partir de ese momento España es expulsada de Europa y nos convertimos en lo que somos ahora: el hazmerreír del mundo. Tercera fecha: el desastre de la pérdida de las colonias de 1898. Francisco Silvela, Jefe de Gobierno, ese día en que perdimos las últimas migajas, Cuba y Filipinas, escribe un artículo llamado España sin pulso. ¿Qué hacen ese día los madrileños? Llenan la plaza de toros, llenan las horchaterías, eran las fiestas de la Paloma… por favor, ¡Qué importaba que se hubieran perdido las colonias! Lo primero es lo primero. Y esto último del rescate que acaba de ocurrir es una continuación de lo anterior, es el golpe en la nuca del conejo. Así que por mi parte, que vengan los de la troika, que por lo menos pongan orden en nuestras cuentas y nos obliguen a trabajar, que es lo que no hemos hecho en nuestra puta vida.
Para ir finalizando, tiene usted 75 años…
Desdichadamente (risas)
¿A estas alturas qué le queda por hacer?
¿Qué es envejecer? Hay una anécdota que me gusta de Stevenson, uno de los más grandes escritores que han existido. Era un hombre de salud frágil y llevaba una vida bohemia. Un día fue al médico y este le dijo “Señor Stevenson, si sigue llevando esta vida morirá joven”, y  le respondió con una frase maravillosa: “doctor, siempre se muere joven”. Al comienzo de la entrevista te hablaba del carácter, hay personas que nacen viejas y mueren viejas, y personas que nacen jóvenes y mueren jóvenes. Yo nací joven y —aunque sea una locura porque igual me muero en 48 horas— me siento exactamente igual que como me sentía a los 20 años, y vivo de la misma manera que con esa edad. Viajo como cuando era un hippie de los años 60, de cuneta en cuneta, y, si hay que dormir en un templo, se duerme. No te creas que voy a hoteles de cinco estrellas, que los detesto. Si veo a una chica guapa por la calle como a esta fotógrafa que tenemos aquí, los ojos se me van detrás de ella, por desgracia los ojos de la chica mona ya no se van detrás de mí como cuando tenía 20 o 30 años. Pero quiero decir que tengo la misma actitud. Y de la misma forma que a esa edad tenía mil proyectos y me metía en la cama y se me ocurrían mil cosas, ahora igual: ya sea desde escribir un libro a crear un hotel de gatos en Castellfrío. Ahora estoy obsesionado con abrir un hotelito en Laos o en Camboya. Yo me doy cuenta de que quince vidas que tuviera no me bastarían. Envejecer es dejar de tener proyectos, detenerte. ¿Cómo es posible que la gente se jubile? La jubilación es una violación de los derechos humanos. Si uno quiere jubilarse allá él, ¿pero que te obliguen? Jubilarse es una enfermedad letal. Por eso tengo 75 años pero me siento joven. Mira que he hecho cosas… si alguien grita fuego corro, pero para acercarme al fuego. Me pasó el año pasado con el terremoto de Fukushima. Me pilló en Bangkok, y lo primero que hice fue irme a Japón y concretamente al propio lugar del terremoto, desde donde publiqué 35 crónicas. Toda mi vida la he vivido así, pero he procurado hacer las cosas con cabeza. No me he muerto en ninguna de estas aventuras y he procurado cuidar mucho el aspecto físico. He elaborado ese famoso elixir de la eterna juventud, por el que me tomo 70 pastillas al día, todas ellas de herbolario. Son sustancias que he ido encontrando buceando por una parte en la tecnología punta y por otra yéndome a los mercados, a los bazares, a los chamanes… esto de momento me permite la vitalidad de carácter que tengo, que sé que puede terminar en cualquier instante, qué le vamos a hacer. Así que esa vitalidad psíquica va acompañada de una vitalidad física que me permite seguir viviendo como he hecho siempre. Cuando me operaron del corazón, uno se plantea qué va a ser de mí a partir de ahora. Y entonces te das cuenta de qué es lo verdaderamente irrenunciable que hay en tu vida, aquello que si lo pierdes ya no te importa morir. Me di cuenta de que en mi vida solo hay tres cosas realmente imprescindibles. A mí me gusta mucho comer, también beber una buena botella de champán o de vino y me gustan mucho las mujeres… todo eso me gusta muchísimo. Pero yo puedo vivir sin follar y puedo rechazar la buena comida y el alcohol. Sin embargo hay tres cosas a las que no puedo renunciar: viajar, leer y escribir. Mientras pueda seguir haciendo esas tres cosas, seguiré sintiéndome igual de joven que me siento ahora.
Jot Down Spain

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