Tres ofrecimientos de mediación
También movidos por un deseo de ayudar, de hacer lo que hiciera falta para salvar la vida de Miguel Ángel, llegaron al Ministerio del Interior algunos ofrecimientos de personas para hacer labores de intermediación: es el caso ya conocido de María José Gurruchaga, -abogada de José Luis Álvarez Santacristina Txelis, uno de los dirigentes de ETA detenido en marzo de 1992 en Bidart, preso en aquel momento en Francia- que por iniciativa e impulso del director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, se entrevistó con su defendido en la cárcel en la que se encontraba ingresado. O el de Joaquín Ruiz Jiménez, entonces presidente de la UNICEF, o el de un concejal de una candidatura próxima a Batasuna, compañero de colegio en San Sebastián del ministro del Interior. A todos se les dijo lo mismo: haced lo que os parezca oportuno, pero en ningún caso estáis autorizados para hablar ni actuar en nombre del Gobierno.
En el ámbito político, ¿qué estaba pasando en esas horas? Algunas cosas, y no todas edificantes. El presidente del Gobierno, tras conocer la noticia del secuestro, convocó a media tarde del jueves día 10 una reunión en la Moncloa a la que acudieron, el vicepresidente primero, Francisco Álvarez Cascos, el ministro del Interior, Jaime Mayor; el secretario general de la Presidencia, Javier Zarzalejos; el jefe de Gabinete del Presidente, Carlos Aragonés y el coordinador general del PP, Ángel Acebes.
En dicha reunión se acordó que fuese el ministro del Interior el que hiciera una declaración institucional, cosa que Jaime Mayor realizó a las 23:15 de la noche desde la Sala de Juntas del Ministerio. Una declaración que el ministro preparó personalmente en su coche en el trayecto que le llevó desde la Moncloa a la sede del Ministerio y que acabó de perfilar a solas en su despacho: "no podía ser provocadora para ETA –recuerda Mayor Oreja diez años después- por si todavía existía alguna posibilidad, altamente improbable, de que se apiadaran de Miguel Ángel, pero al mismo tiempo tenía que dejar muy claro ante los españoles que el Gobierno ni podía ni quería ceder al chantaje planteado".
El paso de los años no ha borrado de la memoria de Mayor Oreja el recuerdo sobre la soledad y la angustia que le invadió en las dos noches que había en el plazo dado por ETA: "no teníamos dudas sobre la decisión que se hubo de tomar de no ceder al chantaje, pero al mismo tiempo no podías quitarte de la cabeza que iban a matar a una persona. Lógicamente dormí mal, pendiente del teléfono, de que hubiera alguna noticia positiva. Fue muy duro".
En ese mismo sentido, el entonces secretario general de la Presidencia del Gobierno, Javier Zarzalejos, recuerda la tarde del sábado 12, cuando ya había aparecido el cadáver de Miguel Ángel Blanco: "estuve con Aznar prácticamente toda la tarde en su despacho. Habló dos veces con el Rey y con el ministro del Interior. Fue una tarde muy larga, silenciosa. Su mujer bajó un par de veces. Pocas veces he pasado unas horas de tanta intensidad, sin decir nada. Pero para lo que valiese la compañía, había que estar allí".
Cayetano González/ Libertad Digital
javier zarzalejos nieto, secretario de presidencia el 2 de mayo de 1998.......
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