Se consumó lo que estaba cantado después de vencer en el
Camp Nou. El Real Madrid se ha proclamado campeón de Liga en San Mamés, uno de
los campos con más historia y tradición del fútbol español. Y lo hizo
arrasando, saliendo al campo a morder desde el minuto uno y decidido a no
demorar más la consecución del título. Esa ha sido la tónica del equipo durante
la liga: potencia, velocidad, contundencia y una estratosférica pegada.
Las novedades en el once fueron Callejón (por el sancionado
Di María) e Higuaín (por Benzema). No contaremos a Coentrao como tal porque ya
por todos es sabido que para Mou su compatriota es tanto o más titular que
Marcelo. Por otro lado, el Athletic contaba con importantes bajas. Ander e
Iturraspe en la medular, Amorebieta en la zaga y la de última hora de Muniain.
Su sustituto fue Toquero, que ante una empresa de tal calibre se queda en poco
(por calidad, no por genitales). Aún con
todas esas bajas el Athletic iba a salir a tratar de aguarle la fiesta al Real,
pero no fue capaz ante la aplastante superioridad merengue. Sólo durante un
espacio de tiempo en la primera parte creó verdaderos problemas, incluido un
claro penalti por mano de Khedira que el colegiado no señaló. Minutos antes sí que
señaló otro también claro penalti de Javi Martínez por manos, lo que le costó
una amarilla. El agravio comparativo irritó a la grada, que poco necesitaba
para sacar las garras con el manido tema de la final de Copa aún candente.
Volvamos a ese primer penalti y su ejecución. Después de la
eliminatoria contra el Bayern no tenían muchas ganas los aficionados y
jugadores madridistas de ver más lanzamientos desde el punto fatídico en una
larga temporada. Sobre todo Cristiano, su ejecutor. Eso al menos pareció por la
manera en la que lo lanzó, como sin ánimo, abúlico. El balón fue manso al
centro y Gorka lo envió a córner.
Parecía que eso podía agobiar al equipo, pero nada más lejos
de la realidad. Siguió ejerciendo una fuerte presión en campo contrario y
gozando de buenas oportunidades. En una de ellas llegó el golazo de Higuaín,
ese delantero que siempre vivirá discutido pero que la fe que tiene en si mismo
le mantiene en la élite. Un zapatazo suyo rubricó la trigésimo primera y el
maravilloso derechazo de anoche abrió el camino de la trigésimo segunda.
Veintidós goles en liga del delantero suplente del equipo, lo que le convierte
en el cuarto máximo realizador. Ahí es nada. Aún así, cometería un error si
hace caso a su círculo cercano y acaba marchándose.
Ronaldo regalaría el
segundo a Özil en un milimétrico pase desde la banda. Dedicado a los que le
tachan de egoísta. La primera mitad dejó dos zapatazos al larguero, uno por
cada equipo. La liga estaba cada vez más cerca y Ronaldo la terminó de
sentenciar en la segunda mitad, en un remate de cabeza a bocajarro a la salida
de un córner. Así de paso se sacudía los fantasmas por el penalti errado,
aunque conociendo su fuerte carácter competitivo, se quedará con esa espinita y
el mano a mano fallado en el último minuto que propició la última polémica, con
el público coreándole “tonto, tonto” y él señalándose el escudo para dejar
claro quién era el campeón. Javi Martínez, que se fue injustamente a la caseta
por doble amarilla por otra mano, se llevó una “butifarra” del portugués por recriminarle
la acción.
El Real Madrid celebró sobre el césped y por todo lo alto
una MÁS QUE MERECIDA LIGA. No puede ser menos de un equipo que ha batido el
récord histórico de goles, puede batir también el de puntos y que ha vencido en
todos y cada uno de los campos que se consideran grandes. Ha puesto fin a la
racha de tres ligas consecutivas del Barcelona, el equipo más laureado de los
últimos años y del que se dice hace el mejor juego jamás visto. Podrá gustar
más o menos el estilo, pero lo que no se pueden discutir son los números. Esos
quedarán en la hemeroteca eternamente. Y este equipo ya ha hecho historia.
@jjpoderoso
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