domingo, 1 de abril de 2012

0 La moneda única, el hijo tonto

Que reviente el Euro


No son creíbles. Y acaso sea eso lo mejor que cabe decir de los Presupuestos que acaba de anunciar el Gobierno. O hay gato fiscal encerrado (resurrección del impuesto de sucesiones, patrimonio, nuevas tasas...)  o no salen las cuentas. Como su maestro David Copperfield, que es capaz de hacer desaparecer la Torre Eiffel a la vista de todo el mundo, a Montoro se le han evaporado en el aire varios miles de millones con un simple pase de barita mágica. Por asombroso que parezca, sus números excluyen impacto alguno sobre ingresos y gastos públicos de la segura caída del PIB en 2012. Es más, a decir de ese ingenioso relato de ciencia ficción contable, el desplome anunciado de la economía española tendrá por consecuencia... el incremento automático de la recaudación tributaria (sin contar la subida de impuestos).
Ni las chirigotas de Cádiz. Surrealismo en estado químicamente puro. Soberbio, por lo demás, el espectáculo de Merkel y Bruselas simulando ignorar fantasía tan alucinógena. No se va a cumplir, pues, con el 5,3. Tampoco con el 5,3. Aunque, en el fondo, casi es lo de menos. Si a Berlín no le importa condenarnos a superar los seis millones de parados, a nosotros no debiera inquietarnos la suerte del euro. Que reviente. A fin de cuentas, no lo pueden permitir. La moneda única es como un hijo tonto: una vez alumbrado, no hay marcha atrás. La vuelta al marco resulta simplemente inconcebible: supondría la ruina cierta de Alemania. [...]
José García Domínguez/ Libre Mercado
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