viernes, 25 de mayo de 2012

0 Últimas horas con Ernest (III)


10.00 horas
LLUCH CANTA EL «TOT EL CAMP»
La Universidad fue su vida. Y su batalla. En 1961 fue el primer delegado elegido democráticamente en la Facultad de Económicas de Barcelona. Cinco años después, su participación en el encierro de profesores conocido como La Capuchinada le valió su expulsión. Se marchó a Valencia y ganó plaza de profesor agregado en 1974, año en el que también ingresó en el Partido Socialista del País Valencià. Tras un largo paréntesis político -fue elegido diputado en 1975 y nombrado ministro tras el triunfo del PSOE en 1982-, volvió en cuerpo y alma a su cuna universitaria en 1986, pues había ganado la plaza de catedrático por oposición un año antes. Desde entonces, y salvo los siete años (1989-1995) que fue rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, ya nunca abandonó largo tiempo a sus alumnos.

El día en que le mataron llegó a su despacho minutos antes de las 10 de la mañana. El coche, como siempre que lo llevaba, quedó aparcado fuera sin ninguna vigilancia. Hasta que no comenzara el segundo cuatrimestre, cuando le tocaría impartir clases de licenciatura, disponía de más tiempo para la investigación. Era un auténtico ratón de bibliotecas y archivos. Pese a todo, mantenía un contacto permanente con los estudiantes, y en especial con una docena a los que, para su doctorado, enseñaba Teoría del Pensamiento Económico. No en vano su obra principal es El pensamiento económico en Cataluña. 1760-1840.

Fue una mañana ajetreada en el cuarto piso. El teléfono del despacho no dejaba de sonar. Con un amigo de la Cámara de Comercio de Reus, Lluch se comprometió, en apenas dos palabras, a escribir un libro sobre las entidades financieras de la ciudad hasta la quiebra del Banco de Reus. A la profesora ayudante Elsa Bolado le dedicó más tiempo. Le estaba asesorando sobre un artículo que abordaba el cambio de mentalidad entre los siglos XVIII y XIX. Pero también hubo momentos de asueto. Nunca olvidará Bolado la imagen cariñosa de profesor chiflado -más Walther Mathau con flequillo al aire que nunca- con la que su tutor terminó entonando el himno del Barcelona. «Llegó al departamento una compañera, Ana Carrera, para enseñarnos a todos el hijo que tuvo hace dos meses. Al verle, lo primero que hizo Lluch fue empezar a cantarle, con aspavientos, el Tot el camp. Le hicimos callar, entre risas, para que no traumatizara al niño».

Nacido, el 21 de enero de 1937, en la localidad costera del Maresme Vilassar de Mar, Ernest Lluch fue desde niño forofo del Barcelona F.C. Pisó pronto el estadio de su Barça de la mano de su padre y su hermano mayor Enric. Muerto su progenitor, él siguió pagando religiosamente la cuota de socio hasta que, en 1988, decidió tener su propio carné. Y le asignaron el número 73.827. A punto estuvo, este verano, de ser algo más. Tras la marcha de José Luis Núñez, integró la candidatura a la presidencia del club que encabezó el publicitario Lluis Bassat.

La Real Sociedad de San Sebastián, ciudad donde compró un pequeño apartamento hace más de una década, era su segundo equipo. Hasta compró acciones del club. Su última visita a Donostia fue, precisamente, para presenciar desde el palco de Anoeta el encuentro entre sus dos colores. Quizás fue entonces cuando se hizo socio del colectivo nacionalista Elkarri.

Ildefonso Olmedo
El Mundo,26 de noviembre del 2000

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

No queda sino batirse Copyright © 2011 - |- Template created by O Pregador - |- Powered by Blogger Templates