Londres pasa por ser
una de las ciudades en las que, en palabras de Camba, al viajar, los españoles se convertían en su propia
caricatura. Allí fue donde un supuesto héroe hispano se lanzó al Támesis a
salvar a alguien que se ahogaba sin reparar en que no sabía nadar y también, con
un equipo de allí, marcó Torres al
Barça, el delantero que no sabía marcar.
El héroe que según la
prensa del progreso no sabía entrenar, que es Di Matteo, sacó a las calles de la rica Chelsea a toda la gente que
en Inglaterra no le hace falta el río porque tienen dinero para piscinas.
Dijo Mata, que es español, Campeón del Mundo
y el sábado fue nada. Bueno, fue campeón de Champions, ahora que la Champions
no se valora tanto como la Liga (española, inglesa o incluso francesa) porque
las eliminatorias y las finales se dirimen por penaltis. Reparemos, llegado el
caso, que las Ligas del Barcelona de Pep
siempre se ganaron con penaltis e incluso las Champions, cuya pertenencia culé
–moral y museística- pasó por birlarle al Chelsea el partido y por ende la
orejona, en el que hasta Iturralde
hubiera pitado mejor.
Uno, que no es tan
viajado como Camba, por aquello de
la edad y salvando las distancias, conoce Londres como se conoce Londres: en
los pubs oriundos de Victoria Station donde la gente juega al billar y escupe
al hablar etílica de cerveza, ironía y prepotencia. Los ingleses, sin embargo,
son esa serie de personas capaz de llamarte guarro (“filthy pig”) por evacuar en un árbol en un descampado, sin comparar
que en la sociedad española no acostumbramos a evacuar en las fuentes del
centro de la ciudad.
Como Inglaterra es Inglaterra
y Alemania es la hostia, el sábado se enfrentaron naciones y no clubes, toda
vez que los tabloides británicos y alemanes saben que es la única vez que puede
cumplirse aquello modificado últimamente, de que el fútbol es un deporte de
once contra once en el que siempre ganan…los españoles. Así Merkel, no dudó el sábado en parar la
reunión del G-8 para ver el fútbol sacando esa parte tan humana de Cameron , un ser como un Tardá gritón y de pataleo en el
Congreso pidiendo la libertad de Otegi.
Era la parte buena del partido, cuando marcó el Bayern, y no preveía con el gol
de Drogba por el que no pasan los
años.
Con lo que imaginamos
que contaba Merkel era con la
derrota de Robben, con la que el
propio Robben ya contaría por
aquello de la costumbre, aunque ni si siquiera la canciller alemana soñaba con
el penalti que erró ante Cech que
lleva un casco como de boxeador amateur. Para amateur Neuer, que en su humildad respondió a Ramos vía Twitter (donde si no) que para perder finales hay que
jugarlas, exactamente lo mismo que en Suráfrica 2010.
-We win wars
Rezaba una chapa que un
buscavidas británico nos ofreció en el Chelsea-Atlético de Madrid de hace unos
años en el que tuvimos que facturar los goles londinenses en el avión, ya que
de tamaño, no nos cabían en el equipaje de mano. La chapa, dolorosamente
jactante, iba dirigida a los perdedores de las dos guerras mundiales: los
eternamente acomplejados alemas. Se comenta por los mentideros londinenses a
los que Camba era asiduo, que la
nueva impresión del dichoso pin podría llevar serigrafiado “We win Champions”.
Darío
Novo
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