Oda a Uzcudun
Púgil, el triunfo,
fresca hiedra,
a tus potentes músculos
se adhiere.
Bebe en tu sangre el
frescor cuaternario,
pues tu mentón de
piedra
en la caverna hiere
el duro muro con su
bestiario
de una línea precisa:
el ímpetu de un remo tu
sonrisa.
Chispa de pedernal hay
en tu iris
de hombre esculpido –no
de barro- en roca…
[…]
Que el K.O. no te sea
desceñido
voltaico en la
romántica borrasca.
¡Oh, neolítico cráneo
aparecido
en el umbral de la
espelunca vasca!
Emilio
Fornet
La Gaceta Literaria,1928
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