Del Impuesto sobre Bienes Inmuebles están exentos los hórreos, los castillos, las escuelas, la Renfe, la Cruz Roja, los inmuebles diplomáticos y consulares, y los de cualesquiera organizaciones no lucrativas sin explotaciones económicas. Tampoco las confesiones legalmente constituidas. Entre ellas, por cierto, sólo la católica aparece citada por su nombre en la Constitución. Concretamente en el artículo 16.3, el mismo que establece que ninguna tendrá carácter estatal
y que los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española.
[...]
No sólo atiende a los marginados entre los marginados, sino que la mayoría de sus religiosos y laicos conservan una misteriosa alegría, que es balsámica, cada vez que se asoman al abismo de los enfermos terminales, de la infancia relegada, del hambre, de la locura, del abandono, de la inmovilidad, de la pérdida, del despojo, de la desesperación. Y se asoman con generosidad, para quedarse todo el tiempo que haga falta, acompañando, alimentando, vistiendo, lavando, curando y confortando a los invisibles.
Privado de capacidad, de credibilidad o de vigor para construir una alternativa política con mayúsculas, el jefe de la oposición no ha encontrado mejor modo de tomar la iniciativa que apuntar a la Iglesia. Cree que será rentable reeditar la cantinela de los supuestos privilegios y exige, para empezar, que pague el IBI. Rubalcaba se ha quedado sin bazas y recurre al más mugriento comodín del público. El resorte toca el mismo nervio anticatólico, atávico y feroz que excita periódicamente la historia de España. El nuevo favor que el PSOE quiere hacerle al pueblo es privar de recursos al amortiguador último de la miseria en un país que se acerca a los seis millones de parados, con más de 1.700.000 familias sin ninguna fuente de ingresos y con una pobreza infantil del 26 por ciento (Comité de los Derechos del Niño de la ONU). Y creciendo.
Dijo Zapatero: «La verdad no nos hará libres: es la libertad la que nos hará verdaderos». No bastaba con levantar tales contravalores. Ni con negar a la Iglesia una voz pública. Ni con arrogarse la representación de los homosexuales, como si la inclinación presupusiera una ideología. Pues toquémosles la caja.
Juan Carlos Girauta/ABC
Leer el artículo completo de Juan Carlos Girauta ayer en ABC
0 comentarios:
Publicar un comentario