A pesar de no haber
corrido uno nunca maratones (queda lejos del que esto escribe el mens sana in corpore sano) la sensación
de romper la cinta con el pecho ha de ser muy similar a apagar el transistor en
una jornada de final de liga.
-Hemos corrido una maratón a ritmo de 1500
Total, que el triunfo
del portugués, al margen de la Liga (tan paso a paso que Casillas efervescente de vino prometió la orejona para el curso que
viene) ha sido el desarme de Pep a
quien Tito le ha dejado en la
estacada. La laguna estigia se queda sin Caronte
y el cadáver de Guardiola deberá
atravesarla a nado antes de que no se acuerde de él ni el tato –Vilanova-. Que en las mejores familias
se discute, no hay duda. Aunque todo sea dicho, la posición de Tito es tan entendible como la de Pep cuando se hizo cargo del equipo ya
hecho, en el que ha tirado tanto de cantera que solo ha gastado en los últimos
años (Chigrinksis incluidos) 360 millones de euros por los 390 del Madrid de Florentino que no tiran de cantera ni
mierda que les importa.
Y dirán lo que quieran,
pero a 14 de mayo de la quema solo se salvan Mourinho, Simeone y Emery, a los que la prensa del progreso
nunca encumbró como a Bielsa o Pep, por poner un par de ejemplos que
se le vienen a uno a la cabeza sin ánimo de lucro. Alguno de los dos, cuyas
querencias son mutuas (¿se imaginan a ese de Sampedor en Bilbao o a ese
argentino en el Camp?) y sus títulos hasta la fecha nulos, acabarán con la Copa
del rey, que es ese trofeo al que se va a silbar.
-“No llores como mujer
lo que no has sabido defender como hombre”.
Le decía su madre a Boabdil o Bielsa a Muniain, toda
vez que el putero ocasional e independentista esporádico (“ofizialtasuna euskal
selekzioa”) gimoteaba tendido en Bucarest que es una ciudad de piratas en la
que Bielsa no saludó a Cerezo.
El inicio de la
primavera de la que Mou se siente
cansado por no haber fútbol, ha venido
como cada inicio de la primavera: los 15M en la calle, sol, cervezas en las
terrazas y visitas a Cibeles y Neptuno. Empieza ahora una nueva temporada ante
la cual solo nos queda cuadrarnos y esperar. Será la temporada en la que Mourinho –el síndrome de Mourinho-quede reducido a una nueva
oportunidad de traer la Champions a Madrid, muy aunque le pese a Siro López. Formará esta la tercera del
portugués rompiendo el estigma axiomático de que las terceras temporadas sin el
luso acaban como el rosario de la aurora. Aunque parece que vino para quedarse
con lo que al guardiolismo, puntopelotismo y el tiqui-taca no le queda más que
sentarse y rezar para una espantá al puro estilo Camacho ¡Ay la de periódicos que vendieron y venderían!
Darío Novo
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