Dj en Cibeles
Si por la tarde fue el turno de los gozos, por la mañana tocó el de las sombras a cuento de la agonía epocal del periodismo. La Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) y Asociación de la Prensa de Madrid lograron convocar bajo el puente de Juan Bravo a unos centenares de periodistas angustiados bajo el lema obvio “Sin periodistas no hay periodismo. Sin periodismo no hay democracia”. La presidenta de FAPE, Elsa González –que me dio unas clases de locución en la COPE hace unos años y concluyó que lo hacía francamente bien, las cosas como son–, se encargó del parte de la melancolía que todos en el gremio nos sabemos de memoria: en los últimos cuatro años han perdido su empleo 6.000 periodistas, han cerrado centenares de medios y se ha acentuado la precariedad laboral, los contratos leoninos y el intrusismo. No dio la cifra de finiquitos dilapidados en manuales de autoayuda y botellines noctámbulos por mera caridad gremial.
Que el oficio está mal por una doble crisis económica y de paradigma tecnológico es una desgracia contra la que fácilmente puede competir –y ganar– un albañil o un abogado cualquiera. Al natural escéptico de uno estas tenidas de autoafirmación pataletera y aliento mutuo le deparan la tristeza de la esterilidad. Pero voy.
—¿Qué, Bustos, te sumas a la orquesta del Titanic? —definió muy atinadamente la situación un colega de agencia al verme aparecer.
Acudieron rostros muy conocidos, mayoritariamente del espectro izquierdista –Iñaki Gabilondo, Montserrat Domínguez, Miguel Ángel Aguilar, Joaquín Estefanía, Jesús Maraña o Pepa Bueno– pero también del centro o la derecha o el mediopensionismo como Hermann Tertsch, José María García,Urbaneja o Alsina. Todos ellos nombres famosos, en activo, asentadísimos, por cuyo futuro no cabe temer. Nos preocupan más los cientos de jovencitos y jovencitas allí congregados de los cuales una mayoría indeterminada pronto saldrá de este bendito oficio para no regresar jamás. Uno mismo podría estar entre ellos, pero al cabo soy hombre de recursos y siempre me queda el narcotráfico o la trata para ganarme la vida. O Dj en la Cibeles a condición de que Mou se quede mucho tiempo para llenarla cada año.
Jorge Bustos/La Gaceta
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