Para media tarde estaba
todo bajo control. Teníamos asientos para mirar la línea de llegada, televisión
a color y barra libre en el salón de prensa, y una selección de pases que nos
daba entrada a cualquier lugar desde la azotea del Club hasta el cuarto de
jockeys. La única cosa que nos faltaba era acceso ilimitado al lugar sagrado
del Club, las secciones “F&G”…y yo sentía que lo necesitaríamos, para ver a
la nobleza del whisky en acción. El gobernador, un cerdo, un mercenario neonazi
llamado Louis Nunn, estaría en la sección “G”, junto con Barry Goldwater y el
Coronel Sanders. Presentía que estaríamos bien en un cuarto dentro de la
sección “G” donde podríamos descansar y beber mentas, empaparnos un poco de la
atmósfera y de las especiales vibraciones del Derby.
Los bares y los salones de comida también estaban en las secciones “F&G” y los bares del Club constituyen una escena muy especial. Junto con los políticos, todas las bellezas de sociedad y los jefes locales de comercio, cada loco vanidoso que tuviera alguna pretensión en 500 kilómetros a la redonda de Louisville se mostraría allí, pavoneándose borracho y sobando muchos lomos de forma descarada. El bar de Paddock es probablemente el mejor lugar en la pista para sentarse y observar caras. A nadie le importa ser observado allí; para eso están en ese lugar. Algunos pasan casi todo su tiempo en el Paddock; se sientan en una de las muchas mesas de madera, se echan hacia atrás en las cómodas sillas y observan los siempre-cambiantes y extraños flashs que aparecen y desaparecen de la gran pantalla que está fuera de la ventana. Meseros negros vestidos con chaquetas de servicio blancas atraviesan la multitud con bandejas llenas de vasos, mientras los expertos observan sus cartillas y los apostadores asaltados por corazonadas escogen números al azar o revisan las listas en busca de nombres que les suenen bien. Hay un constante flujo de tráfico desde y hacia las ventanillas de apuestas afuera de los pasillos de madera. Luego, a medida que se acerca el comienzo de la carrera, la multitud se diluye y la gente regresa a sus salones.
Con seguridad, nosotros tendríamos que imaginar alguna forma de pasar más tiempo en el Club mañana. Pero los pases de prensa para “dar una vuelta” en las secciones “F&G” eran válidas por 30 minutos cada vez, presumiblemente para permitir a los tipos de la prensa correr dentro y fuera para tomar fotos o hacer rápidas entrevistas, pero evitando que vagabundos como Steadman y yo pasáramos todo el día en el Club, acosando a la nobleza y revolviendo las extrañas carteras de mano mientras cruzábamos los salones. O que lanzáramos Mace al gobernador. No había límite de tiempo el viernes, pero el día del Derby los pases para dar una vuelta serían muy demandados. Y considerando que tomaba cerca de 10 minutos ir desde el salón de prensa hasta el Paddock, y 10 minutos regresar, eso no dejaba mucho tiempo para observar seriamente a la gente. Y a diferencia de muchos otros en el salón de prensa, nos importaba un comino lo que sucediera en la pista. Nosotros habíamos venido para ver a las verdaderas bestias actuar.
El viernes en la tarde, salimos a la terraza del salón de prensa y yo
traté de describir la diferencia entre lo que veíamos ahora y lo que ocurriría
mañana. Esta era la primera vez que venía a un Derby en 10 años, pero antes de
eso, cuando vivía en Louisville, yo solía venir cada año. Ahora, mirando desde
el salón de prensa, apunté al gran prado verde encerrado por la pista. “Todo
ese lugar,” le dije, “estará repleto de gente; 50 mil o más, y muchos de ellos
se caerán de borrachos. Es una escena fantástica: miles de personas
desmayándose, llorando, copulando, pisoteándose unos a otros y peleando con
botellas de whisky rotas. Tendremos que pasar algo de tiempo allí, pero es
difícil moverse, hay demasiados cuerpos.”Los bares y los salones de comida también estaban en las secciones “F&G” y los bares del Club constituyen una escena muy especial. Junto con los políticos, todas las bellezas de sociedad y los jefes locales de comercio, cada loco vanidoso que tuviera alguna pretensión en 500 kilómetros a la redonda de Louisville se mostraría allí, pavoneándose borracho y sobando muchos lomos de forma descarada. El bar de Paddock es probablemente el mejor lugar en la pista para sentarse y observar caras. A nadie le importa ser observado allí; para eso están en ese lugar. Algunos pasan casi todo su tiempo en el Paddock; se sientan en una de las muchas mesas de madera, se echan hacia atrás en las cómodas sillas y observan los siempre-cambiantes y extraños flashs que aparecen y desaparecen de la gran pantalla que está fuera de la ventana. Meseros negros vestidos con chaquetas de servicio blancas atraviesan la multitud con bandejas llenas de vasos, mientras los expertos observan sus cartillas y los apostadores asaltados por corazonadas escogen números al azar o revisan las listas en busca de nombres que les suenen bien. Hay un constante flujo de tráfico desde y hacia las ventanillas de apuestas afuera de los pasillos de madera. Luego, a medida que se acerca el comienzo de la carrera, la multitud se diluye y la gente regresa a sus salones.
Con seguridad, nosotros tendríamos que imaginar alguna forma de pasar más tiempo en el Club mañana. Pero los pases de prensa para “dar una vuelta” en las secciones “F&G” eran válidas por 30 minutos cada vez, presumiblemente para permitir a los tipos de la prensa correr dentro y fuera para tomar fotos o hacer rápidas entrevistas, pero evitando que vagabundos como Steadman y yo pasáramos todo el día en el Club, acosando a la nobleza y revolviendo las extrañas carteras de mano mientras cruzábamos los salones. O que lanzáramos Mace al gobernador. No había límite de tiempo el viernes, pero el día del Derby los pases para dar una vuelta serían muy demandados. Y considerando que tomaba cerca de 10 minutos ir desde el salón de prensa hasta el Paddock, y 10 minutos regresar, eso no dejaba mucho tiempo para observar seriamente a la gente. Y a diferencia de muchos otros en el salón de prensa, nos importaba un comino lo que sucediera en la pista. Nosotros habíamos venido para ver a las verdaderas bestias actuar.
Hunter S. Thompson
Scanlan's Monthly,1970
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