Acudí al mercadillo por la mañana y junto al gorila de mi gimnasio me dejaron claro que opinaban del debate:
-“Yo sacaría a los suplentes ante el Hospitalet”.
A la gente no le importa la política y a los políticos no les creen. La gente quiere manró y vender zapatos.
-Necesitamos clientes. No necesaria experiencia.
Rezaba uno de los numerosos carteles entre los tangas a un euro, señora. El pueblo ya no necesita al político sino al otro pueblo, y de experiencia para los políticos como en el caso de Leire Pajín solo es necesario el ser una eterna afiliada.
De ahí que el soporífero debate nos llevara a los suplentes del bipartidismo y los titulares del comunismo y nacionalismos. La tertulia respondía a los nombres de Jáuregui, Gallardón, Llamazares, Erkoreka, Pere Macias y Lexatin.
Ruiz Gallardón solo hizo caso a Jáuregui, para ponerle de antemano e espíritu del 96, lo que sonó un poco carca pero no tanto como querido Ramón. De este último decía Ruiz Quintano que es verle y explicarse el porqué de la crisis ya que no solo prometía curro sino sueldazos. Amén de esto, reparar en toda la jartada de bravuconadas que es capaz de concatenar semejante fósil político de las que no tenemos duda tras el debate en saber que se las cree. Los nacionalistas vinieron con el ánimo que se viene a Madrid: comer gratis y dormir de hotel. Pere Macias es un Durán Lleida en fase beta y su arenga final catalanista nos recordó a señoras con escoba persiguiendo a quien les llamaba José Luis. Erkoreka da la sensación de sobrarle dos txacolis y faltarle una txapela y dos hervores. Por último Llamazares, a quien no hace caso nadie, ni si siquiera Cayo Lara.
Reparemos al respecto de que de haber cumplido las normas propuestas por IU de pluralidad e igualdad de votos, Gaspi hubiera hablado 1 minuto, Pere Macias 30 segundos y Erkoreka algo menos de 20 por cada 10 minutos de Jáuregui y 9 de Gallardón. Tiempo este más que suficiente para concatenar las palabras de Miss Mundo que tanto le gustan a los muertos vivientes del sesentayochismo y los discursos laswellianos de los separatas.
Nos quedaremos entonces con los vocablos de keynesiana (“Ay lo que ha dicho”), Trichet y curva de Laffel, que para los poco duchos en la economía diremos que explica la relación entre la extraña barriga de Pepe Blanco y su trinque, y la sensación soporífera al apagar la televisión de que, gracias a Dios, no habrá un puto debate más.
Darío Novo
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