viernes, 5 de abril de 2013

0 Bárcenas no quiere ser Torres, o sí

Esta vez no es una garganta, ni un duende, ni un confidente ni un Mark Felt de aparcamiento, sino un tercer hombre, ajeno al territorio de las mentiras, el que me informa sobre Luis Bárcenas en una noche de lluvia y de fútbol. El tercer hombre me muestra unos folios donde el hombre de los papeles ha escrito cantidades y nombres.


Hay, además, correos electrónicos y números de teléfono. Algunas veces le ha avisado Mariano Rajoy: «Ten cuidado, Luis, que nos pueden estar escuchando». Lo que me muestra para que las lea y las toque, sin poder llevármelas, no son los llamados papeles, sino unas hojas donde hay nombres que harían estremecer al Gobierno y al aparato productivo. 

Veo una empresa fantasma, tapadera, supuestamente para hacer zanjas, realmente una empresa del PP para el trasvase de donativos y chanchullos.

Observo en las recaudaciones de 1989 talones junto a grandes empresarios de la distribución, del vino, de la construcción, estrellas de radio o directivos de comunicación que han cambiado en estos años de compañía. Al lado de un talón está el nombre del chófer de un presidente, el asesor áulico de un presidente, nombres mayores y menores entre maletines y cheques (hay uno de 9 millones de pesetas). Según el tercer hombre, los sobresueldos se siguieron pagando a los dirigentes del partido cuando llegaron al Gobierno. El que llevaba los sobres no era Bárcenas, sino alguien por encima de él, que regalaba a alguno de los jefes una caja de Montecristo. José María Aznar, sin embargo, no recibió sobresueldos desde que llegó a la presidencia del Gobierno. Los demás, todos. Me informa en el tercer gol del Real Madrid, el tercer hombre, que Bárcenas no quiere ser el Torres del PP, un felón, un traidor, después de 30 años de lealtad al partido. Ha aguantado durante cuatro años una carga que no le corresponde. Sólo tiene un problema con la Hacienda Pública porque los que decidieron sobre donaciones y sobresueldos fueron los políticos; los gerentes cobraban los donativos con testigos. Por supuesto, Luis conserva algunos «recibí» muy significativos y no hay ninguno de Mariano Rajoy. Bárcenas cobraba más que todos porque cobraba todo en blanco. Espera que el juicio sea nulo, por vicios de procedimiento, quebrantamiento de formas, porque hay anomalías en el origen de las pruebas. No tiene ningún miedo. Lo más que hay es delito fiscal, entre 2002 y 2003, pero no hay cohecho porque no era senador en los años que se investigan. Ya soporta una medida sustitutiva de prisión: la bola y la cadena, el acoso de la calle. ¿Qué justificación tendrían para encerrarlo? Los papeles originales los tiene en su poder Álvaro Lapuerta, un caballero. Los papeles son ciertos, están escritos por Luis. Los pasó a El País, Trías. Rosalía, una mujer brava suele decir: «No pongo la mano por mi marido, pongo la cabeza. Si le pasa algo, acabaré con quien tenga que acabar». Fue el matrimonio Bárcenas quien le dio a Mariano Rajoy la dirección del sastre. Luis está cabreadísimo porque el Gobierno no ha sido capaz de apartar del caso a las fiscales y policías del Gobierno anterior. Lo han dejado «colgao» porque Ruz hace lo que le dice la Fiscalía, y además, le ha tomado el pelo Jorge Fernández. -¿Por qué no larga Correa?- pregunto al tercer hombre -Está a punto de hacerlo en tu periódico. 

Raúl del Pozo
El Mundo

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