Fatih Terim, el laureado entrenador turco, se plantaba con su
Galatasaray en unos cuartos de final de Champions League después de ganar y
demostrar en Gelsenkirchen que su equipo mostraba mayor rendimiento en Europa
fuera de casa. Comenzaba su eliminatoria de cuartos precisamente lejos de
Estambul, le había tocado viajar al Santiago Bernabéu en el que, probablemente,
era el duelo menos equiparado de los cuatro.
En Madrid respiraban aliviados al evitar a Bayern y
Juventus, y en Estambul sabían que sus opciones pasarían por anotar en la
capital española y que les tocara la versión más plana del Real Madrid esta
temporada.
Terim, un
entrenador de los mejores de Europa en su metodología pero que cojea un poco en
las ejecuciones, decidió utilizar uno de los dos sistemas que viene utilizando
desde que Wesley y Didier llegaron a la capital otomana,
el más arriesgado.
Dejo de lado el 4-4-2 para jugar con un 4-3-1-2, plantó un
rombo en el centro del campo sin llegar a ser un 4-3-3. Sneijder iba a ser la pieza que marcase el planteamiento. Quiso
utilizar a Felipe Melo como único mediocentro, más
haciendo las veces de pivote, y a Inan
y Altintop uniendo líneas con el
holandés. Wesley haría de mediapunta
por detrás de Drogba y Yilmaz.
El entrenador turco dejó clara su intención de hacer gol,
sacrificó parte de su dispositivo defensivo en favor de buscar anotar, salió
con todo arriba, un “me da igual que me metan tres, pero yo tengo que meter
dos”.
José Mourinho, admirador y conocedor de los
métodos de Terim, sabía que eso
ocurriría. Salió con su mejor once posible, sus jugadores de gala para la
Champions. Alonso, Khedira, Özil, Di María, Cristiano Ronaldo y Benzema; futbolistas que cuando
alcanzan su máximo rendimiento hacen del Madrid el conjunto más decisivo de
Europa. Ayer Mourinho plasmó la
comodidad en su once, sin miramientos al sistema rival, puesto que Terim se lo estaba poniendo en bandeja,
se lo jugaba todo a una sola carta.
El Galatasaray no salió excesivamente agresivo en sus
ofensivas, ni valiente en sus jugadas. Los balones largos a Drogba eran un hecho –el marfileño es
de los mejores del mundo en eso- y Yilmaz
siempre ofrece ventajas en la segunda jugada. El resto, muy diluido. Sneijder no solo no generó en ataque,
sino que no influyó para nada en Alonso,
que jugó uno de los partidos más cómodos de la temporada. Y si Alonso está cómodo, lo está el Real
Madrid. Rápidamente los blancos se pusieron delante en el marcador, Ronaldo ya era máximo goleador en
solitario. Pero los turcos no se amilanaban en su propuesta, buscaban llegar
arriba de la manera que no les creará mucha descomposición de su esquema, sin
correr demasiados riesgos. Drogba, Yilmaz, Eboué y alguna llegada de Inan
inquietaban ligeramente la portería de Diego
López, siempre buscaban acabar las jugadas para que el Madrid no les
pillara en cuadro.
Los blancos descolocaban a Melo, Altintop e Inan al dejarles metros en el centro
del campo, que el Galata mantuviera posesiones largas, insulsas e
improductivas. No había manera, Wesley
no estaba.
Ahí estaba la trampa merengue, tras robo, sus transiciones
ofensivas eran mortales para una deficiente defensa turca que, en contragolpes,
sufre. En esas llegó el segundo gol blanco. Essien, que ayer suplía a un tocado Arbeloa, tuvo carril libre durante casi todo el partido para
incidir en campo rival. Un centro suyo propició el gol de Karim.
El conjunto madrileño durmió la primera parte en vista de su
clara superioridad posicional.
Fatih Terim daba
salida al campo a un defensa como Gökhan
Zan en detrimento de Wesley, con
esto era evidente que el sistema cambiaba. Tres centrales para paliar el
destrozo que estaba haciendo Özil
por dentro y más banda para Riera y Eboué,
con fines ofensivos y defensivos sobre Di
María y Cristiano. Una acción
inteligente por parte del turco que tuvo su efecto unos pocos minutos. Higuaín sustituía a Benzema, su intención de fijar más a Nonkeu y Kaya le vino fenomenal a Mesut.
Las subidas de Riera
y principalmente Eboué, que acabó el
encuentro casi de mediapunta, le dieron mayor presencia en campo madridista al
Galatasaray, Tampoco era tedioso trabajo para Coentrao y Essién, por
eso no fue a más. Ramos y Varane anularon casi por completo a Drogba, el primero ganándole casi todos
los cuerpo a cuerpo y el segundo robándole magistralmente todo balón posible. Yilmaz estaba siendo víctima del
devenir del partido. Sin balones que le lleguen, no produce peligro.
El 3-0, de cabeceo de Higuaín,
supuso el derrumbe total del Galtasaray, complicado era ya hacer más de un gol
en quince minutos. Umut Bulut y Amrabat sustituyeron a Altintop y Riera. Tercer planteamiento distinto de Terim ayer, buscaba ahora apoyarse más en la asociación, hacer daño
por el juego interior. Mourinho, que
con su mirada clavada en Bulut antes
de que este entrara al campo, atisbaba como maquinaba el cambio para
contrarrestar. El portugués no quiso que se le escapara ni un detalle del
encuentro. Modric y Pepe salieron al césped. La
superioridad del Real Madrid era clara en todos los aspectos. En el terreno de
juego y en los cambios.
Un partido cómodo para los blancos que, con Alonso y Özil tan liberados, apenas sufrieron.
Quizá Terim podría haber
buscado ponerle piedras en el camino al Madrid, pero siendo realistas, con la
descompensada defensa y con tanta pólvora arriba, lo que hizo Fatih fue lo más lógico.
Alberto Fernández
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