martes, 15 de enero de 2013

0 Sasa Curcic: el George Best serbio (V)


En un principio, los jugadores del Partizan vivieron en su pequeña burbuja. Ellos se manejaban en marcos alemanes. Por eso atraían a todos los contrabandistas de la ciudad, que solían presentarse en el estadio en cada entrenamiento con su material. Dice Curcic que esos días empezó a interesarse por la moda. A comprar trajes caros básicamente. Y se hizo fiel a la marca de Gianni Versace. Como en el equipo había otro Sasa, el portero macedonio Sasa Ilic, y cuando llamaban a alguno de ellos los dos se daban la vuelta, desde ese momento sus compañeros decidieron llamar a Curcic “Gianni”, como el diseñador, y de ahí surgió el mote que le acompañaría toda la vida: Djani. Sobre todo cuando entró en Gran Hermano, pero hemos dicho que no adelantaremos un solo acontecimiento.
Con el país en descomposición, castigado por las guerras y Serbia por las sanciones, la crisis alcanzó a todos. El Partizan, pese a ser campeón de Liga y Copa; pese a haber colocado a tantos cracks en el mercado, tuvo que dejar de pagar a los jugadores. Curcic chocó en seguida con Zarko “Zeka” Zecevic, el presidente del equipo. Cuando le exigió que le abonase la nómina, Zeka le contestó que debería ser feliz solo con jugar en el Partizan. Esto hirió el orgullo del jugador, que, como en él era costumbre, volvió a liarla. En esos tiempos de caos y locura colectiva en los restos humeantes de Yugoslavia, los jugadores del Partizan vivían alquilados en los pisos de los embajadores de la ex Federación en el extranjero, que tampoco debían andar muy boyantes. Curcic estaba viviendo en la parte alta de Dorcol, el barrio más viejo de Belgrado, en el piso del embajador en Suecia,Aleksandr Prlji, que también era el director del prestigioso diario Politika. Pues bien, como Curcic no cobraba, lo que hizo fue vender todos los muebles del piso. A Zecevic casi le dio un síncope. Citó al futbolista y le pidió que le explicara cómo iba a poder volver a mirarle a los ojos al embajador. Curcic dijo que no había solución posible, los muebles ya estarían en algún punto de la frontera con Bulgaria. El presidente solo pudo tirarse de los pelos. Actualmente, Zeka, recordando este esperpento, dice que lo que más le sorprendió de todo aquello es que no vendiera también los interruptores de la luz.
Tumbakovic nos sigue contando:
“En esa época era muy joven y empezó a tener un nombre en el mundo del fútbol y en el mundo paralelo de los medios. Con sus 20 o 21 años era muy bueno. Para mí era un ejemplo de deportista. Muy profesional, pero con sus bromas, sabía hacer reír a los demás, era encantador, con mucho charme. Entrenando era fantástico y muy trabajador, y luego también era muy disciplinado y responsable en los partidos”.
Una visión, la del que fuera su entrenador durante tres años, que contrasta con las anécdotas que Curcic deslizó en sus memorias. Como en una concentración en Guca, un pueblecito tranquilo, pero con alma de jarana. No en vano, es donde se celebra el festival internacional de la trompeta, un encuentro de amigos de este instrumento y la botella que deja las escenas más locas de las películas de Kusturica a la altura de una gala de Operación Triunfo. El Partizan estaba allí concentrado y a Curcic, cuando salían a tomar algo, nunca le apetecía volver al hotel. Entonces ideó una táctica, salir vestido de la habitación para irse de marcha con la misma ropa con la que tenía que entrenar por la mañana, así podía empalmar sin problemas. Pero la cosa fue a mayores. Una noche estaba tan borracho que se fue a dormir a la casa de un campesino del pueblo. Luego se despertó tarde y le tuvo que pedir por favor que le llevara al partido que el equipo iba a disputar en una ciudad cercana. Salieron a toda velocidad en el coche de ese buen hombre, llegaron a Uzice, Sasa preguntó a un tío que había en la calle y se dio cuenta de su error: el partido era en Lucani, se habían confundido de ciudad.
SasaCurcic_SavoMilosevic_DarkoKovacevic
Sasa Curcic, Savo Milosevic y Darko Kovacevic
Todas estas cosas no sucedían porque Tumbakovic fuese una hermanita de la caridad. Según rememora con Jot Down, en una de estas le echó de la concentración:
“Estábamos entrenando en un stage en Lepenski Vir, trabajando duro, muchas horas. Yo tenía el control de todo lo que se hacía cada día, un programa que se preparaba cuidadosamente hasta el más mínimo detalle. Los jugadores de noche solían estar cansados y solo querían dormir. Momento que aprovechábamos los entrenadores para relajarnos y echar una partida de cartas. Y en estas estábamos cuando de pronto levanté la vista y al fondo me encontré a Sasa apoyado en la barra con una jarra de cerveza enorme fumándose un cigarrito. Yo era muy estricto y no podía permitir que nadie después de las once no estuviera durmiendo, peor aún si estaba bebiendo. Para mí era una falta imperdonable. Mis asistentes me dijeron que tenía problemas familiares, que estaba deprimido, pero para mí eso no le justificaba y decidí echarle. Al día siguiente los compañeros alucinaron, Sasa se puso a suplicar, estaba casi llorando. Sus amigos vinieron a mi habitación a pedirme que por favor no le enviara de vuelta a Belgrado. Les hice caso. Los días siguientes los ejercicios subieron de intensidad y Sasa se puso a entrenar a tope. Se esforzó tanto que los compañeros que me pidieron que no le echara le dijeron que se relajase un poco ¡Al final se arrepintieron ellos de que se quedara!”.
Álvaro Corazón Rural, Jelena Arsic y Sasa Ozmo
Jot Down

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