Se paraba el mundo del fútbol para visualizar el,
probablemente, mejor partido que pueda jugarse a día de hoy. Una vez más, y ya
van unas cuantas en los último tres años, volvían a tenerse cara a cara el Real
Madrid y el Barcelona. Muy pocos podrían imaginarse que de los veintidós
futbolistas que iban a saltar al campo el mayor protagonista del choque iba a
ser un joven central francés de 19 años que tenía ante sí el partido más
importante de su carrera. Y es que Raphael
Varane debutaba en un clásico y la presión popular pasaba por él sin apenas
hacer ruido. Sólo se esperaba si el chaval iba a superar esa presión y fuese
capaz de amoldarse a un contexto tan grande como aquel. Una actuación soberbia
es lo que vino después.
Los de José Mourinho
con una situación motivacional más alta y mejorada respecto al final del 2012
llegaban con cinco bajas importantes y que en la mayoría de los casos hubieran
sido jugadores titulares. Tenían ante sí a un Barcelona que presentaba en el
clásico, de la mano de Jordi Roura,
con su once de gala y con dos pinchazos a sus espaldas, cosa extraña en este
curso. Diego López estrenaba
titularidad en el Real Madrid y la defensa se vería formada finalmente por Carvalho y Varane como centrales, Arbeloa
lateral izquierdo y Essien en la
banda diestra. En el centro y arriba, sabiendo como planteaba José este tipo de eliminatorias, nos
imaginábamos un posible 4-3-3 con Modric.
Apostó por Callejón y su capacidad
para poder incomodar a Jordi Alba. Quizá la zaga es lo que mayor
problemática le presentaba al entrenador portugués, enfrentarte al Barcelona
sin un punto fuerte en lo táctico como es el tandem Ramos-Pepe frena tus posibilidades de éxito
en la retaguardia. Ellos consiguen avanzar la salida de balón y su línea de
presión 10 o 15 metros. Este dispositivo táctico ha cuajado a la perfección en
los últimos duelos frente al club de la ciudad condal. El ahogo que sufría el
Barcelona en ciertas fases de los partidos era considerable. La pareja de
centrales suponía generar gran influencia en el sistema de juego blanco, y esto
Mourinho no lo tenía esta vez. Carvalho, perro viejo en grandes citas,
se presuponía fijo en el once titular. La duda parecía llegar a la hora de
elegir el copiloto. ¿Albiol o Varane? El valenciano sabe lo que es
jugarle al Barcelona y Varane sigue
siendo virgen. Con espacios, Albiol,
se desenvuelve mejor que en pocos metros y el Barcelona, en cuanto a peligro,
te va a generar como en botica. Sabiendo los problemas que ha tenido el español
en otros choques y como sufría cuando tenía a un metro a Messi preparando una pared o un regate, hacía indicar que el papel
se lo llevaria el francés, un central del que también se conocen buenas facetas
y con buen potencial.
Se empezó a ver rápidamente el gran duelo de pizarras que
había por delante e igualmente pronto se advirtió la presión media-alta, que
aún con la defensa de circunstancias, consiguió lograr. Los cuatro de arriba
reducían espacios en la salida de balón azulgrana, a pesar de que Benzema no tuvo buena noche y a Callejón aún le faltan dos escalones
para afrontar con garantías un partido tan exigente. El partido estaba bonito
de ver, oportunidades para ambos equipos, quizá a su manera el Madrid
optimizando mejor que el Barcelona sus posibilidades. Un Barcelona que como
siempre debía mascar bien al rival para apuñalarle en cualquier momento, el
Real Madrid conseguía ser unos palillos en su boca. Khedira y Alonso
achicando espacios en el juego interior del Barcelona y curando rápidamente su
espalda cada vez que Messi les hacía
daño. El argentino estuvo notablemente controlado durante el choque, también
colaboraron los dos centrales, que cumplieron la función que les dio Mourinho de asimilarse lo máximo a Pepe y Ramos. Un excepcional Raphael
Varane, que independientemente de
cumplir a la perfección lo mandado (demostró una salida de balón y
adelantamiento de líneas de presión desconocida en él) tuvo grandes actuaciones
individuales en el corte, memorable actuación en este apartado.
El juego del Barcelona consiguió tomar forma dañina en
cuanto a Iniesta le salió la
lucidez, cogió los galones y tomó el mando que parecía no cogía ninguno de sus
compañeros, genero peligro con sus chispazos, arrugó y dobló por momentos la
encrucijada blanca y fue diferencial, El mejor ayer. Los problemas para el
Madrid venían en bandas, Essien
mantuvo el tipo en la gran parte de las ocasiones pero Arbeloa si sufrió más, su espalda recibió varias puñaladas entre Pedro y Alves. Aunque fue finalmente Fábregas
el que mejor se la buscó y se quedó solo ante Diego López. Volvían los
fantasmas a Chamartin.
El Real Madrid lejos de amedrentarse, sacó pecho y siguió
con sus bandazos. Un fantástico Özil
volvía a parecer una vez más incontrolable para la defensa culé , junto con Cristiano,
que estuvo en todas y le tocó defender más de la cuenta, incomodaban bastante.
Solo Piqué rozó el notable, con
cortes también de libro. La segunda parte tuvo más dominio azulgrana. Fábregas y Pedro perdonaron lo que pudo
ser el hundimiento total del Madrid y como consecuencia del dominio catalán que
hubo en buena parte. Hecho que Mourinho
supo contrarrestar con la salida al campo de Modric, también saltó al césped Higuaín. Se marchaban quizá los dos únicos suspensos blancos de
ayer, Karim y Jose. Volvían las oportunidades y el peligro al área de un Pinto
que ofrecía dudas. En esas llegó la culminación a una actuación soberbia. Varane
remataba de cabeza un corner y se graduaba en el Bernabéu en un encuentro soñado. Al Barcelona le quedaban menos de
diez minutos para solventar el error y fallo de no haberse llevado premio
mayor, y al Madrid para darle la puntilla a un equipo que en global parecía ser
mejor pero no lo fue. Todo quedará por decidirse en una vuelta en la que
presumiblemente los de Mourinho saldrán
a morder y los de, esperemos, Vilanova
desplegarán su mujer fútbol ante su afición. Dentro de un mes, si, un mes.
Alberto Fernández
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