Pep huye del reto, huye de Mou y se conforma con lo fácil. La Bundesliga es una competición menor y Pep va a buscar el aplauso asegurado y la victoria sin bajar del autocar. La mejor liga del mundo es hoy la española, y un entrenador cuando quiere honor y gloria tiene que consagrarse en la Premier. No es que el Bayern Múnich sea un mal equipo, pero la decisión de Pep de fichar por los alemanes es una decisión acomplejada y se basa en el miedo mucho más que en el afán de victoria que ilumina el mundo a través del fútbol y nos da esperanza.
Pep ha demostrado escondiéndose en Alemania que le tiene terror a Mou, que como todo buen entrenador acabará más temprano que tarde en Inglaterra. Pep sabe que Mou le colapsa, le sobrepasa y le puede, y su huida a la Bundesliga es una insólita demostración de cobardía. Si Mou ha demostrado que puede ganar con cualquier equipo, Pep, ante el reto de demostrar que es capaz de hacer lo mismo, ha buscado el atajo facilón.
Además, está la cuestión del buen gusto. ¡Irse a Múnich pudiendo vivir en Londres! Pep tanto miedo que prefiere la seguridad de la mediocridad al abismo de luchar por lo extraordinario –y conseguirlo.
Pep ha demostrado falta de generosidad y la total inseguridad de quien se sabe inferior a su adversario y busca cualquier excusa para evitar la confrontación. Que Pep haya optado por el Bayern es una clarísima victoria de Mou y, sobre todo, una humillante derrota del que fue el mejor entrenador con el mejor equipo y que ahora que tiene que competir solo, tiene miedo de la oscuridad y de que haya monstruos escondidos en el armario.
Después de ver como Pep se rindió en el Barça a la que tuvo el primer contratiempo y la primera dificultad, no puedo decir que me extrañe su escapatoria alemana. Ver al chico de los valores escondiéndose en Múnich es el fin de trayecto de una de las pedanterías más amaneradas de todos los tiempos.
Salvador Sostres / El Mundo
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