12.000 libras a la semana, eso cobró exactamenteSasa Curcic cuando fichó por el Aston Villa. No empezó mal, pero a los seis meses ya estaba deseando irse. Los artículos ingleses que recuerdan esta etapa explican que sin la libertad de movimientos en el campo de la que había gozado en el Partizan y el Bolton, no se acopló a Ian Taylor yMark Draper, sus compañeros en la media. Pero esto fue solo sobre el césped. Fuera de terreno de juego surgieron grandes momentos de camaradería, como el mencionado en la primera parte de esta biografía, la historia del autobús de dos plantas lleno de mozas.
Curcic estaba en Londres de visita, con el trinitenseDwight Yorke, el portero australiano hijo de croatasMark Bosnich y los centrocampistas Taylor y Draper. El grupo salió del hotel a correrse una juerguecilla y se encontró con un autobús de dos plantas lleno de modelos en la puerta. Lo había alquilado el serbio en King’s Road por 25.000 libras. Curcic les estaba esperando. Venga, todos para dentro. Y no iba a ser ni la primera ni la última vez.
Las noticias de estas correrías llegaron a oídos del entrenador Brian Little y empezó a enturbiarse su relación. Una cosa es tener tragaderas con las fiestas que se meten entre pecho y espalda los jugadores ingleses, porque lo cortés no quita lo valiente en ese país, y otra cosa tener a un tío oficiando de maestro de ceremonias cada noche imponiendo un ritmo de vida de estrellas del rock. Un tute que también tuvo su reflejo en la cartera del futbolista, que se estaba puliendo las 12.000 libras cada semana. Cobrando alrededor de tres millones de pesetas de los años noventa semanales, el hombre vivía al día: “Todos los lunes estaba a cero en la cuenta”.
Encima este entrenador tenía una presión importante con su otra gran apuesta, el otro serbio —serbobosnio—,Savo Milosevic, que no estaba rindiendo y había costado 3,4 millones de libras. Curcic le echó un cable, dijo en los medios que tranquilos, que sería “el nuevo Alan Shearer”, pero nada. No lo tragaban. Al final Milosevic terminó escupiendo años más tarde a sus propios aficionados antes de partir para Zaragoza y lo último que hemos sabido de él es que su abuelo ha matado a su padre a tiros, pero esa es otra película.
Sasa no solo desestabilizaba el vestuario, sino que también empezó a entrenarse de mala gana y a pasar de todo. Al año siguiente, el bueno de Little hizo otra apuesta personal para ver si mejoraba aquello, la tercera, Stan Collymore por siete millones de libras. El flamante delantero también se acopló bien… a la vida nocturna. Pronto empezó a dar noticias junto a Sasa. Les echaron de una discoteca porque Collymore se subió a una tarima, mostró el pene a los clientes y se puso a orinar delante de una chica. La frase que ha convertido a Curcic en todo un personaje de los reality shows serbios tiene su origen en esa noche, el serbio dijo “¡sácate el tonto!”. Y Collymore se conoce que le hizo caso.
Estos tres ases y un esquema más bien defensivo fueron los clavos en el ataúd de Brian Little, que fue sustituido por John Gregory, un técnico que venía de divisiones inferiores. El presidente, Doug Ellis, solo le pidió al nuevo entrenador que impusiera el orden con mano dura, que es lo único que echaba en falta de una plantilla sobrada de calidad y que había costado un pico. A Curcic se conformaban con venderlo a las primeras de cambio.
Álvaro Corazón Rural, Jelena Arsic y Sasa Ozmo
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