No se puede destacar otra cosa de ayer antes que a él. Ni
siquiera la victoria y clasificación blanca, porque va implícita en su
actuación. Por enésima vez volvió a demostrar que está un a un nivel superior
de los otros diez, y hablo de motivación, concentración y autogestión física y
mental. Es un portento de jugador que ayer hizo otra exhibición, un hat-trick,
asistencia y gol legal anulado. 174 goles en 172 partidos con el Real Madrid,
un promedio de 1,01 goles por partido, el mejor de la historia blanca, y ya
colocándose como séptimo máximo goleador de la historia madridista superando a
uno de los grandes como José Martínez “Pirri”.
Tocaba Copa en el Bernabeú y el Celta, que estrenaba nueva
equitación de Adidas, se plantaba con un 2-1 a favor en Vigo. Paco Herrera, no
sabemos si temeroso y reservón o quizá en un acto de infravaloración, decidió
reservar a dos jugadores capitales como Aspas y Oubiña. Esta actitud, además,
se pudo comprobar durante el transcurso del encuentro.
José Mourinho realizó únicamente tres variantes respecto a
la Real Sociedad, introducir a Ramos por Varane, retornar a la titularidad a
Casillas y decidir salir con su tercer centrocampista en el sistema, para lo
que vino Modric. Este planteamiento terminó convirtiéndose en rombo.
Cristiano Ronaldo no tardó nada en dar el primer golpe. Un
golazo lejano desde una de sus zonas preferidas. Xabi, Sami y Luka lo tomaban
como una gran noticia debido a que con ventaja en el marcador su labor sería más
cómoda y llevadera. Desde ese mismo instante se supo que el control del partido
iba a ser blanco, más aún cuando se observaba que el Celta no estaba creando
casi problemas en el mediocampo. Jonathan Vila no podía generar solo y Alex
López caía demasiado a banda donde estaba Augusto, buscando muchas veces el dos
contra uno de Essien.
Muchos espacios que Mourinho decidió aprovechar usando a
Khedira y Modric de interiores y recurrir a un Özil más centrado dándole mayor
libertad.
Khedira volvió a demostrar que jugando así obtiene mucha
llegada al área y Luka y Mesut lograron asociarse más. Destacar el partido de
Modric que se mostró incipiente en el juego y con errores contados, volvió a
desajustar al rival con sus primero toques.
El principal ejemplo fue su gran asistencia a Ronaldo en el
segundo gol, que entra como cuchillo en mantequilla al área y anota rematando
un balón dificilísimo que viene perpendicular a él.
Un cambio en el descanso, Xabi Alonso entra por Varane, que
desajusta el encuentro. También entró al campo el fichaje del Celta, el central
Vadim Demidov. Essien, que ayer si tuvo una actuación insuficiente, pasó al
mediocentro. Hecho que provocó un adelantamiento de Ramos en su posición para
el apoyo del ghanés.
El infortunio llegó para Hugo Mallo, cuando en una jugada
con Cristiano, apoyó mal su rodilla izquierda y se rompió el ligamento cruzado
anterior. Duro golpe para un Celta de Vigo que basa buena parte de su juego en
sus laterales Roberto Lago y Mallo, y estos están haciendo una gran temporada,
principalmente Hugo.
Ese control que tuvo el Madrid en gran parte del primer
tiempo fue en descenso, el desorden sin Xabi se notó. El juego regresó a la
pasividad pero los gallegos tardaron en reaccionar. La defensa blanca no tocaba
como una orquesta, el cambio de Varane, la variación de Ramos, las subidas
temerosas de Arbeloa que no traía ningún efecto y Carvalho. Un Carvalho que
sigue falto de forma pero que tiene un sentido táctico envidiable, es capaz de
guardar perfectamente su posición en todo momento, la cuestión es que no tuvo
capacidad de mando en la zaga ayer.
Herrera observó que en esa situación podía hacer daño,
cambió la posición de Krohn-Dehli para jugar más por dentro y dio entrada a
Iago Aspas en lugar de Park, que estuvo desaparecido y sin crear apenas peligro.
El Madrid se vio inquietado durante unos minutos y el Celta llegaba más,
teniendo que hacer Iker una importante parada. Mourinho metió al campo a
Higuaín por un Benzema ausente por momentos.
Fue en el minuto 72 cuando se pusieron las cosas aún más
complicadas. Sergio Ramos veía la tarjeta roja por doble amarilla tras ver la
primera media hora de partido antes. Esto se produjo cuando el andaluz volvió a
retrasar su posición en vista del peligro celtiña.
El entrenador madridista reajustó el equipo y sustituyó a Özil por Di María
que, lejos de ayudar defensivamente aportó poquito.
Es entonces cuando volvió a aparecer él, pegándose un sprint de ochenta metros en nueve
segundos estando en el minuto 87 de partido, hizo su triplete y levantó al
estadio que coreó su nombre. Dos minutos después Cristiano tiró una pared
perfecta para que Khedira anotara el cuarto de ayer. El fútbol tiene ante sí a
un jugador superlativo y el madridismo a un futbolista que es historia viva
blanca. El nuevo Valencia de Valverde ya espera en cuartos.
Alberto Fernández
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